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François Coppée en Martí

20 de mayo de 2022

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Nacido en enero de 1842, el escritor François Coppée ya era considerado en los años ochenta de aquel siglo un escritor notable de las letras francesas, tanto por sus poemas como por sus piezas dramáticas. Por entonces, Martí se refirió con entusiasmo aprobatorio a sus escritos en 1882, cuando el poeta y dramaturgo aspiraba a obtener una silla en la Academia Francesa, y con su habitual comparación entre las artes y las letras afirma: que “hace versos con aquella elegancia y madurez conque Cellini cincelaba copas.” Tiempo después, al ser admitido el escritor en esa institución, señaló el cubano que “el arrogante actor Mournet-Sully” recitó “unos versos amables de François Coppée, en que celebra a la naturaleza próvida que ha dado a su poeta bondadoso, brillador y osado, la noble edad del roble que resiste, del águila que vuela y del Sol que deslumbra!”

En estas frases están varias de las razones del interés martiano por el poeta francés: su cercanía a la naturaleza, la cual, en cambio, le ha otorgado algunas cualidades de sus integrantes como un árbol fuerte y resistente, un ave de vuelo alto y mirada honda y la capacidad de deslumbrar de esa principal fuente de vida que es el sol.

La frecuente relación entre las artes creadoras ya había llevado a Martí a apuntar en 1880 que el pintor español Raimundo Madrazo, uno de los más admirados por él, “tiene más de François Coppée que de Victor Hugo.” Y en 1885, hablando de su amigo el pintor mexicano Manuel de Ocaranza, declara que “sus cuadros de asuntos modernos elegantes a veces con un pasaje de François Coppée.” Es de apreciar, además, cómo acerca al francés a dos creadores diferentes entre sí, de estilos y de culturas distintas.

La mayoría de las referencias a François Coppée se encuentran en fragmentos diversos y en sus cuadernos de apuntes y hacen pensar que Martí estuvo examinando la idea de entregar un estudio de cierta extensión acerca del poeta, lo cual parece indicarnos también la copia de muchos versos del libro del francés titulado Les Humbles, muy apreciado por la crítica desde entonces. Apoya esta apreciación acerca del laboreo martiano la siguiente idea el Maestro acerca del libro en otro apunte: “Lo de Les Humbles no es poesía condensada y perfumosa, sino recitativa, y como de cuentos poéticos, aunque la poesía, más que en la esencia, está en las vestiduras.”

Es semejante apreciación, y otras más, sobre ese libro, cuya traducción al español es “Los humildes”, por lo que en unas notas le llama “el poeta de los humildes”.

En unas notas de fecha indeterminada refiere que iba a escribir dos libros, uno titulado “Los poetas rebeldes”, y otro titulado “Los poetas nuevos”, en el cual dice que incluiría a Coppée. En otro de esos apuntes califica favorablemente al francés: “y de Coppée, leyendo al cual, .parece que se va abriendo ante nosotros una y otra flor.” Y en otro momento, afirma que donde “hay más idealismo hoy es en la Literatura Americana”, obvia referencia a la de Hispanoamérica. Y continúa: “A la francesa, apenas le queda… Coppée mismo es un idealista tímido, y con toda su delicadeza y noble tendencia a lo alto, lo grandioso, le sale.”

Sin dudas fue Coppée un poeta de su contemporaneidad al que leyó con admirada atención

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