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Fomentar la salud y la felicidad

23 de junio de 2017

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La salud es una condición que se aprecia mucho, y aunque parezca una verdad de Perogrullo, no lo es tanto, y eso lo sabemos bien los que pasamos de esa edad interesante de los cincuenta, ya que con los años comienzan las pérdidas que están asociadas indefectiblemente a las enfermedades. La disminución del estado de salud que por lo regular acompaña la juventud y estos, los de menos edad no piensan tanto en el proceso del envejecimiento, porque (con toda razón) tienen muchas cosas que hacer para andar preocupándose en lo que pasará muchos años después, ya que tienen que, divertirse, estudiar, tontear, amar a lo Romeo y Julieta y por supuesto tienen obligatoriamente que conquistar el mundo.

No cabe dudas que las enfermedades tienen mucho que ver los estilos de vida entre lo que se encuentra los hábitos alimentarios, los ejercicios físicos, tener un buen nivel económico, el tabaco, el alcohol entre otros, pero pocas personas tienen en cuenta que los factores psicológicos tienen una relevancia tan grande como los que mencioné antes. Incluso me he encontrado (y no son pocos) los que se ríen de esto, subvalorando la importancia de la felicidad, la estabilidad, la satisfacción con su trabajo, el matrimonio estable y con amor, los hijos que crecen y se desarrollan sin tropiezos. A esos les digo que andan equivocados, porque la infelicidad, el mal humor, las emociones perturbadoras como la ansiedad, la ira, la tristeza, el pesimismo son muy PELIGROSAS y con toda intención son las mayúsculas. Lo que mencioné son factores que provocan estrés, que es considerado un factor desencadenante de las enfermedades (que son tantas que es imposible mencionar).

Existes datos que se han obtenido de investigaciones realizadas por universidades prestigiosas y que muestran que hombres con niveles de ira elevada y mantenida tienen el doble de posibilidades de morir de un infarto antes de los 50 años que los que no manifiestan regularmente esta emoción negativa. Así mismo la ansiedad es una poderosa enemiga para el sexo femenino y se relaciona con la aparición de diversas enfermedades como el cáncer. Además, las personas que ya padecen una enfermedad si se deprimen hay mayor posibilidad que su curación se retrase o que no curen, llegando hasta la muerte si la enfermedad es grave.

No cabe dudas que las emociones negativas son muy tóxicas y si son crónicas son tan dañinas como el hábito de fumar, la adicción al alcohol, por lo que es importante enseñar a las personas desde pequeños a que el bienestar emocional es fundamental para ser saludable.

Pongo ejemplo de personas que no se dan cuenta que su salud e incluso su vida están en riesgo: el hombre que es conocido por su “mal carácter” nada le va bien, nunca tiene un buen día y ¡claro está! la gente le huye, tiene pocos amigos y la soledad es su más cercana compañera. Si fuéramos a analizar la vida de este hombre al que le pondremos Pedro, seguramente encontraríamos necesidades insatisfechas, frustraciones, fracasos, pérdidas, que debieron haber provocado que en vez de sumergirse en la negatividad, debió analizar en que se equivocó, o dejar atrás una niñez triste y mirar hacia adelante, y no atascarse en el pasado, porque si ves la vida desde lo negativo seguro que nada bueno te pasa, porque no miras hacia adelante, no hay motivación ni optimismo.

Podemos ver personas que arrastran durante años la traición de la pareja o no haber conseguido el trabajo de “sus sueños” y si bien es cierto que las pérdidas, los fracasos tienen un tiempo para elaborar el duelo, para aceptar que no hay forma de cambiarlo, también es verdad que no se puede convertir en una carga eterna y hay que ser capaz de seguir adelante. Nadie tiene una vida perfecta, por eso es hay que ser capaz de tener equilibrio emocional, superando lo desagradable, y se debe aprender y enseñar desde tempranas edades la positividad. Ver el vaso medio lleno en vez de medio vacío es muy sencillo; si el niño recogió los juguetes solo y lo hizo de forma deficiente, en vez de señalarle los errores, hay que felicitarlo por su buena conducta y aprovechar ese momento para decirle: “pero vamos a redistribuirlos en la cajas para que mañana cuando vayas a jugar los encuentres más rápido”. Eso es fomentar felicidad y salud.

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