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Fina García Marruz en su nonagésimo aniversario

12 de abril de 2013

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Fina García Marruz

El mes de abril marca la llegada de la escritora Fina García Marruz a su nonagésimo cumpleaños. Nacida en La Habana en 1923, es una de las figuras intelectuales más relevantes de Cuba en la actualidad. Estuvo vinculada durante un largo período al grupo de autores que se nucleó en torno a José Lezama Lima y la revista Orígenes.
Investigadora literaria y ensayista, su quehacer se caracteriza por la agudeza de sus juicios y su capacidad persuasiva, a partir de una prosa elegante y de fuerte irradiación poética. De esto da fe su vasta labor ensayística, recogida en los volúmenes: Estudios críticos (1964), Temas martianos – en colaboración con Cintio Vitier- (1969-1996), Hablar de la poesía (1986), La familia de Orígenes (1993), Darío, Martí y lo germinal americano (2001), El amor como energía revolucionaria en José Martí (2004),  Ensayos (2003) y Estudios delmontinos (2008), sin olvidar muchísimas páginas dispersas en revistas de Cuba e Iberoamérica.
En años recientes, la Editorial Letras Cubanas dio a conocer su Obra poética en dos volúmenes que reúnen la mayor parte de la poesía compuesta por la escritora, desde Hora temprana y Poemas (1942) hasta Habana del Centro (1997). Es la primera vez que se logra conformar, de forma más o menos exhaustiva, este corpus, sustraído muchas veces de la atención de lectores y críticos por la extrema modestia de la autora. Gracias a estos tomos se hace evidente que estamos ante una de las voces líricas más relevantes de la literatura del siglo XX, no sólo en Cuba sino en el ámbito hispanoamericano.
Sus creaciones poéticas, tras una aparente humildad y sencillez extremas, demuestran un amplio manejo de los registros de la lengua en la que se mezclan la perfecta asimilación de algunos autores de los Siglos de Oro – especialmente Teresa de Jesús- y el permanente magisterio de José Martí, sin que esto impida que intercale con gracia y oportunidad muchos giros del lenguaje coloquial. Se maneja con extrema habilidad tanto en el verso de “arte menor” como en los extensos versículos que en ella tienen visible impronta bíblica.
A Fina se deben algunos de los textos poéticos más memorables de la segunda mitad del siglo XX cubano: “La demente en la puerta de la iglesia”, “Carta a César Vallejo”, “Ánima viva”, “Ya yo también estoy entre los otros”,  y el “Descendimiento de la cruz”, donde recrea el cuadro homónimo de Rembrandt.
Como muestra de su quehacer, traemos este soneto, tomado de su libro Las palabras perdidas, publicado por las Ediciones Orígenes en 1951.

Yo os amo, palabras, madres tristes,
intemperie entrañable de la vida.
Me acompañáis con soledad dormida.
Yo os amo, palabras, madres tristes.
Con un amor sin grandes esperanzas
yo me amo, en mi imposible creo,
con un frío fervor, un desdén fiero,
con un amor sin grandes esperanzas.
Qué lluvia has de poner sobre mi nada,
con qué has de atar lo que me desamarra,
qué es, muerte mía, lo que rectificas,
si mi amor con tu divisora espada,
o esta enemistad de mi palabra
con tu música ajena y unitiva.

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