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Falsas creencias sobre los antibióticos

11 de abril de 2014

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680-03180857La falsa creencia de que los antibióticos inyectados son siempre más eficaces que los que se administran por vía oral, es un tópico clásico cuyas consecuencias han sido sufridas por muchas personas, especialmente durante la infancia.
Son muchos los que creen que si el antibiótico se administra en forma de inyectable, el efecto es mayor y más rápido. Sin embargo esta aseveración no siempre es cierta, pues existen numerosas presentaciones de antibióticos para administración por vía oral, que resultan una alternativa efectiva y segura a los antibióticos parenterales.
Esta realidad hace posible que en la actualidad puedan tratarse incluso hasta padecimientos respiratorios como las neumonías, sin necesidad de someterse a los temibles y dolorosos pinchazos que producen las inyecciones. De esta forma los medicamentos inyectables se reservan para casos especiales o para las personas que toleran mal la medicación por vía oral debido a los efectos secundarios que les producen, como dolor de estómago o diarrea, entre otras.
Un ejemplo clásico en el que con mucha frecuencia se pone de manifiesto este debate, es el de las penicilinas. Los fármacos pertenecientes a esta familia son antibióticos muy provechosos. La mayoría de las penicilinas son derivados del ácido 6-aminopenicilánico, difiriendo entre sí según la sustitución en la cadena lateral de su grupo amino. La penicilina G o bencilpenicilina fue el primer antibiótico empleado ampliamente en medicina. Su descubrimiento ha sido atribuido a Alexander Fleming en 1928, que obtuvo el Premio Nobel en Fisiología o Medicina en 1945 junto con los científicos Ernst Boris Chain y Howard Walter Florey, creadores de un método para producir el fármaco en masa.
Una de las varias presentaciones de la penicilina producida de modo natural es la bencilpenicilina o penicilina G, la única que se usa clínicamente. A ella se asociaron la procaína y la benzatina para prolongar su presencia en el organismo, obteniéndose las respectivas suspensiones de penicilina G + procaína y penicilina G benzatina, que solo se pueden administrar por vía intramuscular. La modificación de la molécula de penicilina G para elaborar penicilinas sintéticas propició el surgimiento primero de la fenoximetilpenicilina y posteriormente de la ampicilina. Actualmente existen múltiples derivados sintéticos de la penicilina, como la cloxacilina y la amoxicilina, que tienen un amplio espectro y se administran por vía oral.
Por lo general, las penicilinas administradas por vía oral funcionan bien y son bastante seguras. En cambio, las formas inyectables de la penicilina como la bencilpenicilina procaína, conocida también como penicilina G procaína, aunque tienen una excelente penetración en los tejidos y un índice terapéutico favorable, tienen mayor riesgo de producir reacciones adversas en cerca del 10 % de los pacientes, por lo que deben usarse con precaución, solo en los casos de infecciones graves o peligrosas.

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