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Extrañas coincidencias

25 de marzo de 2013

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No puede ser casual. El presidente norteamericano Barack Obama arribó a Israel precisamente el día que se cumple el 10mo. aniversario de que su antecesor, George W. Bush,  lanzara la más salvaje agresión militar contra Iraq.
La llegada al estado judío es la primera misión al exterior del mandatario luego de haber tomado la silla de la Casa Blanca para un segundo mandato.
El premier israelí Benjamin Netanyahu expresó al recibir a Obama: “Le agradezco su apoyo inequívoco al derecho de Israel a defenderse ante cualquier amenaza”.
Muchas lecturas se pueden hacer sobre el propósito de escoger a Tel Aviv como primer lugar de su periplo postelectoral, pero hay una que, en mi opinión, ocupa la primacía: Israel es la punta de lanza, o una especie de garante de Estados Unidos en los planes militares de Washington en la región del Oriente Medio y más allá, hasta Irán.
El poder mediático occidental ha reiterado que Obama, entre otras cosas, quiere contener al primer ministro Netanyahu para que no lance su anunciada agresión contra la República Islámica de Irán.
Considero que solo con la anuencia de Washington, Israel se atrevería a una aventura de ese tipo, pues creo que no le quepa la menor duda ni al propio Obama de que un acción bélica contra la nación persa, sería la acción más irresponsable que daría paso a una Tercera Guerra Mundial o lo que es peor, a un enfrentamiento con las armas nucleares en manos de Israel, que provocaría el retroceso de la humanidad.
En cuanto a Iraq se pudiera argumentar que no fue el actual mandatario norteamericano quien lanzó los ataques contra la nación árabe, pero resulta que aún mantiene en aquellos parajes algo más de 20 000 contratistas, muchos de ellos agentes de la CIA, otros instructores militares y los más, que cuidan de las trasnacionales petroleras norteamericanas y europeas.
Pero hablar de Iraq en el décimo aniversario de la invasión estadounidense equivale a recordar cómo, con una gran mentira repetida cientos de veces, se puede justificar una guerra devastadora y cruel.
Todavía permanece nítido en nuestras mentes aquel argumento de Bush, Rumsfeld y otros de la camarilla belicista de Washington, cuando aseguraron que Iraq poseía armas de exterminio masivo y que Saddan Hussein tenía vínculos con Al Qaeda.
A los pocos días todas aquellas falsedades se vinieron abajo y el propio presidente tuvo que decir públicamente que no era cierto, que los informes que habían recibido de la CIA no se ajustaban a realidad alguna. Pero ya era tarde; Iraq estaba destruido y decenas de miles de sus hijos estaban muertos o mutilados por los bombardeos.
¿Hoy, cuál es la situación en Iraq? Una población que aún trata de salvar a miles de sus hijos heridos. Cientos de miles de familias que perdieron un hijo, hermano, padre o madre. La gran mayoría de los símbolos de una cultura milenaria destruidos. Una ingobernabilidad manifiesta. Violencia diaria entre grupos étnicos y otros que dejan centenares de muertos y heridos cada mes.
Súmese a todo esto, una reconstrucción que nunca se hizo y que los miles de millones de dólares supuestamente  dedicados a ella, en su mayoría fueron desviados hacia bolsillos de empresarios norteamericanos, incluyendo a los contratistas.
Ahora Obama, con este viaje a Israel, quizás quiera desviar la atención pública mundial, de manera que no se recuerde por el poder mediático internacional la pesadilla que aun vive la población iraquí.
La visita a Cisjordania, también como parte del show publicitario, no creo que pase de un cumplido y las promesas paren en el cesto de la basura, lugar hacia donde Washington ha tirado casi una decena de acuerdos y proyectos de diálogo entre israelíes y palestinos.
Estoy totalmente convencido de que este conflicto solo lo puede resolver Washington y para ello las administraciones norteamericanas tendrían que aceptar el reclamo universal de un estado palestino junto al israelí.

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