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¿Existe una envidia sana?

27 de febrero de 2015

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seguro-y-proteccion-contra-la-envidiaHabía quedado como tarea la interrogante que nos convoca al comentario de esta semana, si en realidad existe esa llamada “Envidia Sana”. De principio aseveramos que la envidia sana no existe.
Este sufrimiento secreto por el bien ajeno, que todos hemos sentido en alguna ocasión y que nos ha traído más de una incomodidad, disgusto y dolor, siempre es negativo. La conocida como “envidia sana” no existe. Es un sentimiento que debe ser aceptado como uno más de los que sentimos. La preocupación llega cuando la envidia se hace permanente, es algo enfermizo en las personas, y comienza a interferir en su cotidianidad.
¿Qué actitud asumir ante la envidia?
Favorecer la confianza que debemos tener en nosotros mismos y por supuesto en los demás y esto solo se puede lograr a partir de un mejor auto conocimiento y de  ese perfeccionamiento a partir de la propia experiencia y de la cotidianidad del desarrollo de mejores y óptimas relaciones interpersonales.
Ese auto conocimiento nos permitirá conocer las posibilidades que tenemos, y lo de mayor importancia, aceptándonos como somos, lo cual nos permitirá proceder sobre la base de que  hay cosas que podemos cambiar y otras que no.
Todo lo anterior nos ayudará en el aprendizaje de hacer una valoración con precisión de la propia competencia, sin infravalorarse ni sobrevalorarse.
Es necesario entrenarnos en estilos de vida mucho más favorecedores de salud y para ello, debemos acostumbrarnos  a centrar la atención en los aspectos más positivos de la realidad en que vivimos y nos desarrollamos.
Estimular la empatía, es decir, la capacidad para ponerse en el lugar del otro lo cual facilita las mejores relaciones interpersonales, y por supuesto el establecimiento de relaciones adecuadas y satisfactorias con los iguales.
Establecer la diferencia entre aceptación y tolerancia, la primera es mucho más efectiva pero a su vez debemos aprender a relativizar las diferencias sociales y adquirir habilidades para elegir adecuadamente con quién, cómo y cuándo compararse, porque sería fatal vivir de forma permanente dependiendo de las comparaciones con los demás.
El éxito es algo que además de importante y necesario es muy agradable, pero a su vez podemos asumirlo mal y por ello, es necesario aprender a relativizar el éxito y asumirlo con esa sencillez que siempre debe caracterizar al ser humano.
Existe también la mala costumbre de analizar los resultados de nuestro desarrollo individual comparándonos con otros, pero es de vital importancia analizar el progreso personal mediante la comparación consigo mismo, no con otros.
El ejercicio de aprender a dar y pedir ayuda, a colaborar y compartir, nos permite adquirir habilidades con las que resolver los conflictos que origina la envidia.
Para gestionar y superar la envidia, nada mejor que replantearnos algunos principios clave, que son los que nos ayudan a disfrutar de un mayor equilibrio y a vivir de forma más serena y gozosa y para ello debemos pensar que no estamos perdiendo nada cuando a otras personas les va bien, el darnos cuenta de que si queremos ser nosotros mismos, el único punto de referencia de superación somos nosotros mismos y por ello, no necesitamos compararnos con nadie más.
Lo anterior habla acerca de la necesidad e importancia de apreciar el valor de nuestra vida y mostrarnos agradecidos de tenerla, alegrarnos de lo que tenemos y  no vivir pendientes de lo que no tenemos, porque en ocasiones olvidamos que la vida es un misterio donde podemos redescubrir día a día lo que nos rodea: las personas, el paisaje, las pequeñas cosas que nos hacen más fácil la vida y lo más difícil, pero alcanzable: sentirnos felices por la buena suerte de los demás, porque, en definitiva, vengan de la mano de otros o de las nuestras propias, de lo que se trata es de vivir el mayor número de momentos de felicidad y alegría. Con envidias no puede existir dentro de nuestro mundo interior los valores, esos que propician serenidad, salud, bienestar y felicidad.
Para que se tenga una idea más clara de lo que es la “Envidia”, lo ilógica y poco inteligente que resulta la práctica de la misma, comparto con ustedes la leyenda de la serpiente y la luciérnaga. Cuentan que la serpiente siempre estaba detrás de la luciérnaga para comérsela y esta siempre huyendo de ella, hasta que un buen día la luciérnaga se detuvo ante la serpiente y le dijo: Me dejaré comer por ti, pero antes, permíteme hacerte tres preguntas y después me comes, a lo que la serpiente por curiosidad y no por compasión accedió. Dice la luciérnaga: “Te he hecho algún daño, te he agredido en algún momento”, a lo que la serpiente con aires prepotentes respondió: “Claro que no, nunca me has hecho daño, porqué además, sabes bien que no lo puedes hacer”. Vino entonces la segunda pregunta de la luciérnaga a la serpiente: ¿Pertenezco a tu cadena alimentaria que en realidad tienes muchos deseos de comerme?, a lo que la serpiente respondió rápidamente, no, para nada, tú no estás en mi cadena alimentaria. Ahora dime tu tercera y última pregunta para después comerte, añadió la serpiente. Dijo la luciérnaga: Si no te he hecho nunca un daño, si no pertenezco a tu cadena alimentaria, ¿Por qué me quieres comer? Y dijo la serpiente: “Porqué tienes luz, porque brillas”. No necesita más comentario, la leyenda de por si lo explica todo. Queda a usted determinar si ocupará el comportamiento de la serpiente, o si se dejarás comer por ella, o contrariamente, crecerá su auto estima, porqué comprenderá y se convencerá que usted es una persona que puede brillar por sí sola, y como dijo el poeta: “Lo que brilla con luz propia, nadie lo puede apagar”. Ahora retomo la frase del periodista Reynaldo Taladrid: “Saque usted sus propias conclusiones”. Después, proceda en una u otra dirección.

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