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Evocando a La Emperatriz (I)

25 de abril de 2024

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El 21 de junio de 2012, hubiéramos arribado al centenario de los natales de Paulina Álvarez Pedroso, recordada gratamente como La Emperatriz del danzonete.

Paulina Álvarez figura emblemática e insoslayable intérprete de la música popular cubana, advierte cierto tufillo de cursilería, cultivada sin intención, en la interpretación de la música popular cubana más diversa.

Pienso que lo cursi en Paulina, esté en la intención y sentimientos dichos con gracia y manera singular, en cada una de sus interpretaciones de canciones y danzonetes.

Al respecto, el musicógrafo Leonardo Acosta, bordea el tema en apretada síntesis, y refiere acerca de la cursilería algunas reflexiones del poeta uruguayo, Mario Benedett, veamos: “(…) todos los escritores [creadores e intérpretes], tenemos un lado cursi que no hay por qué expulsar”. Más adelante señala Benedetti “con gran acierto”: “(…) cuando se tocan los sentimientos, se roza lo cursi (…)”.

Considerar cursi algunas repertorios entonados por una gran figura del arte musical del ayer y de siempre, no constituye pecado capital alguno, más cuando la cursilería despide elaboración y gran factura.

Paulina Álvarez fue una gran señora del canto popular, independientemente que, en muchas de sus canciones se haga notoria cierta carga de cursilería creativa como, Campanitas de cristal, y Blancas Azucenas, de los inmensos creadores boricuas, Rafael Hernández y Pedro Flores; Flores negras, del inspirado Sergio de Karlo; Mujer divina, del músico-poeta Agustín Lara; Honda pena, del casi olvidado Joaquín Mendivel, y los cuplés Mala entraña, Mimosa y La violetera, todos con arreglo a chachachá por el maestro Joaquín Mendivel.

El señorío artístico de Paulina despedía donaire no solo en la interpretación de la canción, el bolero y la guaracha, que en 1939 la catapultó al aristocrático teatro Auditórium,  donde por primera vez, una artista afrocubana escalaba  semejante escenario. Pero en Paulina había algo más: una sólida voz bien timbrada y amplia registro (tesitura pudiera corregirme la academia), colocada con especial gusto estético; además, el empleo de un vestuario impecable no exento de elegante sobriedad y un delicado y fino comportamiento social.

Quizás a Paulina la engalanaran otras virtudes de logros infinitos, capaces de romper con dos grandes prejuicios que lastraban entonces el espectro musical cubano: enfrentar sin recelo el desempeño de una cantante negra y solista, en una agrupación configurada por hombres; y la de franquear con dignidad la improcedente línea del color.

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