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Evitando los encasillamientos

5 de febrero de 2016

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A través del tiempo hemos comprobado cómo la música ha sido víctima de conceptos clasificatorios que, en vez de simplificar la comprensión, la complejizan. Todo funcionaba mejor, cuando solo existían dos tipos de música: religiosa (la que se desarrollaba dentro de los templos) y profana (la desarrollada fuera del recinto religioso) Pero como una vez me dijera el maestro Leo Brouwer: “los seres humanos se pasan la vida clasificándolo todo”, y así fueron surgiendo denominaciones que en vez de ser complementarias eran contrarias, excluyentes, como es el caso de: “música culta” y “música popular”. Y aunque no fue en Cuba donde surgieron esos términos, nuestro país los asumió.
Pero siempre hay personas inteligentes y profundamente conocedoras del arte musical, que salen al paso de los encasillamientos y formulan sus conceptos sobre bases muy sólidas. Tal es el caso de Leonardo Acosta, quien en su libro: Otra visión de la música popular cubana, se aleja de las divisiones cronológicas o genéricas utilizadas hasta ahora, partiendo del hecho de que en nuestra música popular se mezclan géneros y estilos. A esta obra dedicaré mi comentario de hoy.

51tbOdr8QtL._SY344_BO1,204,203,200_Acosta señala que todo “boom” tiene un antecedente, lo que está presente en todas las artes y expresa: “Nunca he creído en una música ‘nueva’ o experimental pura, al margen de las tradiciones a veces ancestrales, y siempre he considerado los términos ‘innovación’ y ‘tradición’, como partes de una misma cosa, de un proceso que puede decirse orgánico o dialectico”. Y es que Leonardo Acosta fue, durante mucho tiempo, excelente saxofonista y jazzista, por lo que participó de esas corrientes “novedosas” y ahora, alejado en el tiempo y respaldado por la experiencia, realiza una investigación exhaustiva sobre tema tan importante como complejo, cuyo resultado es convincente.
Acosta se refiere a la imposibilidad de conocer con exactitud los fenómenos musicales de la época en que no existían las grabadoras, y resalta la importancia de ciertas tradiciones, rescatadas a través de la vía oral, pero recordemos que esas fuentes, recogidas en trabajos de campo, no son exactas aunque sí confiables, por lo que debe entrevistarse a varias familias conocedoras de esa música y luego comparar, con vistas a acercaros lo más posible a la realidad. A esto deben añadirse las informaciones recogidas en crónicas, actas y otros documentos.
En el libro de Acosta, se menciona la importancia que tuvieron las procesiones, el Carnaval y las representaciones teatrales de antaño a la hora de investigar el estado de nuestros géneros populares “a menudo subgéneros o seudogéneros en el siglo XIX”, En cuanto a los aspectos líricos de nuestra cancionística, el autor reconoce su enorme importancia, porque “sus procesos transculturales son tan complejos como los predominantemente ritmáticos y bailables.” Y señala que -a excepción del bolero y en menor medida la trova- son escasas y poco exhaustivas las investigaciones que se han realizado sobre la música lírica y la cancionística en Cuba.
Otro aspecto importante que señala Leonardo Acosta en su libro es la necesidad de liberarnos de innumerables mitos y dogmas generalizados a través de artículos periodísticos y acuñados como indiscutibles donde “prevalece el espíritu frívolo de los gacetilleros de antaño”.
Tal vez en próxima ocasión me refiera a otros aspectos contenidos en el libro Otra visión de la música popular cubana, por la importancia que tiene cada uno de los aspectos abordados por el autor.

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