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Esther Borja

24 de febrero de 2017

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Una vez que terminamos de publicar en esta sección la gran mayoría de las epístolas que figuran en nuestro libro Ernesto Lecuona: cartas, que se vende en varias de las librerías del país, procedemos a incluir en De Ayer y de Siempre muchas de las notas biográficas publicadas al final de la obra.

Ellas tienen como objetivo informar a los lectores quiénes son las personalidades citadas en las cartas.

 

Borja Lima, Esther María de la Caridad (La Habana, 1913). Egresó en 1934 de la Escuela Normal para Maestros. Hizo estudios de piano en el Centro Gallego de La Habana, y recibió clases de ballet clásico en la academia de la maestra rumana Dania D’Esko.

Comenzó a cantar a través de los micrófonos de la CMX, propiedad de Francisco (Papa) Lavín, nombre que enaltece la historia de la radio en Cuba desde los puntos de vista técnico y artístico. En 1932 conoció a Ernestina Lecuona, su primera guía y repertorista, y a su lado trabajó en diversos programas radiales. El 6 de agosto de ese año debutaba en un concierto en teatro, en ocasión de un espectáculo dedicado al cronista Enrique Fontanills.

Por los resultados de su labor artística primaria, el 28 de agosto de 1932 recibió un homenaje en el Principal de la Comedia, donde habló el doctor Antonio Iraizoz, presidente (por sustitución) del Círculo de Bellas Artes, recitó algunos textos el poeta Hilarión Cabrisas y actuaron figuras de la época y la orquesta Orbe.

Ernestina le presentó a su hermano Ernesto Lecuona a principios de mayo de 1933, al este regresar de España. El pianista y compositor le recomendó estudiar canto con Juan Manuel (Lalo) Elósegui, y la invitó el día 15 de ese mes al agasajo que, por sus éxitos en el país ibérico, le tributaron desde el espacio Hora múltiple, de la CMW, radioemisora del Diario de la Marina. Así se inició una colaboración que duró hasta la partida definitiva de Cuba del maestro, en 1960, y en la que la Borja sería la artista criolla que más actuaciones realizó con él en escenarios internacionales.

Tras retornar Lecuona de México, en 1935, le obsequió seis canciones con versos sencillos de José Martí musicalizados por él. El 26 de febrero de aquel año se las acompañó al piano para su estreno en el transcurso de un recital en la sociedad femenina Lyceum, de El Vedado. En meses posteriores se incorporó a conciertos lecuonianos en la sala Espadero, del Conservatorio Hubert de Blanck, y en los teatros Nacional y Auditórium.

El 13 de septiembre de 1935 tuvo lugar, según ella ha declarado, su debut profesional en el teatro cubano al intervenir —como miembro de la compañía de arte lírico de Ernesto Lecuona— en la primera representación escénica de Lola Cruz, en la cual alcanzó la total consagración del público y la crítica especializada por su interpretación del vals-canción Damisela encantadora. Al trasladarse el colectivo hacia el Principal de la Comedia a fin de continuar aquella temporada    —fundamentalmente con Lola Cruz—, Esther Borja resultó uno de los elementos de mayor valía para las operetas, zarzuelas y revistas que se programaron del 20 de septiembre al 21 de enero de 1936. Entre otros títulos, actuó en La viuda alegre, El conde de Luxemburgo, La duquesa del Bal Tabarin, La gatita blanca, Las corsarias, Las musas latinas, La corte de faraón, Aires nacionales (L.: Álvaro Suárez / M.: Ernesto Lecuona), La revista sin trajes (ídem) y Revista de revistas (ídem).

Con otros conjuntos asumió, en años ulteriores, protagónicos de Luisa Fernanda, Las leandras, La casta Susana La bayadera, La condesa Maritza, Azabache, La danza de las libélulas, El gato montés y Don Gil de Alcalá. Como actriz realizó breves incursiones en comedias y dramas para las compañías de Lydia de Rivera (1940, Campoamor), Mario Martínez-Casado (1942, Principal de la Comedia) y Sociedad Dramática Nacional Theatralia (1944, Auditórium).

En marzo de 1936 partió hacia Argentina junto con Ernesto y Ernestina Lecuona. Luego emprendería recorridos por otras naciones del mundo, en ocasiones al lado del maestro. Teatros, salas de conciertos y radioemisoras de Chile, Perú, Uruguay, Colombia, Brasil, Ecuador, Costa Rica, Puerto Rico, República Dominicana, Estados Unidos de Norteamérica, España, Polonia, China y la otrora Unión Soviética apreciarían en épocas diferentes la voz de esta gran artista.

Entre sus actuaciones foráneas tuvieron notable importancia sus cuatro giras en 1943, 1946, 1947 y 1948 con los conciertos ofrecidos en numerosas ciudades norteamericanas por el famoso director y compositor Sigmund Romberg y su orquesta.

A partir de los años cincuenta del siglo xx Esther inició grabaciones discográficas que constituirán joyas para coleccionistas: Rapsodia de Cuba (1953), Esther Borja canta a 2, 3 y 4 voces canciones cubanas (1955), Esther Borja interpreta canciones inolvidables de Ernestina Lecuona (1957), Canciones de ayer y de hoy y Gonzalo Roig y sus canciones (1958), placa en la que también intervino la soprano América Crespo. Se agregarían a esa relación Álbum de Cuba (1965) y tres discos intitulados Esther Borja interpreta a Ernesto Lecuona (1975), secundada por Nelson Camacho Vidaurreta, su último pianista-acompañante.

Más de mil páginas de autores estadounidenses, europeos, latinoamericanos y, sobre todo, cubanos, estructuraron el repertorio de la Borja en décadas de desempeño artístico. Estas se ampliarían en el decenio de los cincuenta debido a una intensa actividad en la televisión nacional. Su faena en este medio de difusión disfrutaría de una extensa etapa de plenitud desde 1961, cuando comenzaron las transmisiones de Álbum de Cuba, en el cual fungió como animadora e intérprete durante los cinco lustros que se mantuvo ese espacio en la programación semanal.

Efectuó una actuación especial en 1937 —con Lecuona e Ignacio Villa— en la película argentina Adiós, Buenos Aires. Para el cine cubano grabó en 1942 la canción Flor de Yumurí, de Jorge Anckermann, utilizada en el cortometraje homónimo del director Jean Angelo. En la vigesimoséptima edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano se estrenó en La Habana el documental Esther Borja: Rapsodia de Cuba, de Pavel Giroud.

Son varios los reconocimientos que se le han otorgado por su meritoria hoja de servicios a la cultura criolla: Premio Nacional de Música 2000, Premio de Honor de la Feria Internacional CUBADISCO 2000, Orden Carlos Manuel de Céspedes, Hija Predilecta de Santiago de las Vegas, Orden Félix Varela de primer grado, Medalla Alejo Carpentier, Miembro Emérito de la UNEAC, Premio del Gran Teatro de La Habana… En 1984 solicitó el retiro oficial, aunque a partir de entonces fue notoria su colaboración en jurados de festivales, concursos, etcétera.

Ernesto Lecuona escribió acerca de la máxima cancionera lírica que ha tenido Cuba: «Esther Borja es la artista cubana más completa. Como intérprete de la canción no hay quien la supere. La exquisitez de su temperamento, el dominio de una buena escuela y una dicción clarísima hacen de ella la intérprete preferida».

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