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Espadero, nuestro romántico por excelencia (II)

10 de mayo de 2013

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Tenía Espadero poco más de 20 años cuando decidió romper su enclaustramiento -aunque indestructible fue su timidez– al conocer al “novelesco compositor de Luisiana”, Luis Moreau Gottschalk,  quien al pasar por una calle, en 1854, fue atraído por el excelente sonido que el habanero sacaba del teclado.
Desde entonces hubo, entre ambos músicos, una romántica amistad, la cual resulta, por cierto, un caso tanto más raro –como dice Carpentier- si tenemos en cuenta que difícilmente pudieran haberse encontrado dos caracteres más opuestos, en cuanto al modo de enfocar la vida.
“Gottschalk era un hombre de fuerte temperamento, gran devorador de placeres, (…) amante de los aplausos, las recepciones, los escotes, los perfumes. Espadero, en cambio, tenía una aversión enfermiza a presentarse en público”.
Pero lo cierto es que esta amistad fue muy oportuna para el retraído Espadero, cuya obra, por encargo del ya famoso compositor -que traía grandes honores de Europa-, fue editada y divulgada en Francia y en España.
La labor de Espadero como profesor, siempre en la penumbra de su hogar, tuvo enorme trascendencia, como reconoció José Ardévol. Entre sus discípulos se distinguen: Cecilia Arizti, seguidora en cierta medida de la tendencia romántica de su maestro; Angelina Sicouret, valiosa concertista; y el más notable de ellos, Ignacio Cervantes, reconocido por muchos como el músico cubano más importante del siglo XIX, y quien “llevará la danza cubana al máximo de sus posibilidades compositivas”.
Espadero, quien vivió siempre en la calle Cuba y tenía un amor desmedido por los gatos, murió a causa de quemaduras recibidas de forma casual a los 58 años, cuando aún se encontraba en una interesante etapa creativa dentro de su línea de composición.
Escribió más de 50 obras para piano, violín y piano, y de cámara. De las más famosas: “Lamento del poeta”, “Canto del alma” y “La Caída de las hojas”. Destacan especialmente su “Canto del guajiro” y “Canto del esclavo”, en las que incluye elementos sonoros de clara identidad cubana.

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