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Ernesto Lecuona-Epistolario (XXXVI)

19 de febrero de 2016

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Foto 95 (Small)

En librerías de la capital y provincias cubanas se encuentra a la venta la segunda edición de nuestro libro Ernesto Lecuona: cartas, que, publicada por la editorial Oriente, de Santiago de Cuba, se diera a conocer en la más reciente edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana.
Y para que los lectores de esta sección aprecien el contenido del aludido título, continuamos en De Ayer y de Siempre la inserción de gran parte de las epístolas que integran la aludida obra

A lo largo de muchos años, Ernesto Lecuona y Gonzalo Roig intentaron lograr la existencia de una sola entidad autoral en Cuba, “…reconocida y protegida por el gobierno, fiscalizada efectivamente por el Estado para garantía de nacionales y extranjeros; integrada por todos los valores musicales y dramáticos de nuestro país, bajo la inspección del Ministerio de Educación, a quien corresponde, por nuestra legislación, al igual que en otras partes del mundo, para garantía de todos los asociados”.
Atendiendo a esos reclamos, en 1955 el gobierno de Fulgencio Batista fundó la SNAC —Sociedad Nacional de Autores de Cuba— como entidad encargada del pago de los derechos de los compositores musicales y de los creadores dramáticos. Como parte de las decisiones oficiales al respecto, se creó un Consejo de Administración, integrado por seis personas que designó el primer mandatario del país. Por los compositores musicales lo integraron Gonzalo Roig, Ernesto Lecuona y Miguel Matamoros, en tanto que José Sánchez Arcilla, Álvaro de Villa y Álvaro Suárez representarían a los autores dramáticos. Para la presidencia del Consejo y de la SNAC fue escogido a Roig.(1)
El 21 de febrero de 1955 quedó redactada en la sede del Ministerio de Educación la carta en que se comunicaba a Lecuona tal determinación:

 

Sr. Ernesto Lecuona
Aguiar # 202, altos
Ciudad

 

Señor:
Cumpliendo instrucciones del señor Ministro de Educación, doctor José López Isa, tengo el honor de informarle que el Honorable señor Presidente de la República, por Decreto de fecha 5 de febrero actual, ha tenido a bien designar a usted Miembro del Consejo de Administración de la Sociedad Nacional de Autores de Cuba por los Compositores Musicales, de acuerdo con lo dispuesto en la Primera de las Disposiciones Transitorias de la Ley-Decreto Nº 1918 de fecha 18 de enero del corriente año, Gaceta oficial del día 20 del propio mes.
Lo que me complazco en comunicarle, acompañándole copia oficial de dicho Decreto.
De usted con la mayor consideración,

 

Dra. Elvira Franqui Pegudo
Directora General de Cultura

 

(1) El 15 de enero de 1956 Gonzalo Roig redactó una carta dirigida a los miembros del Consejo de Administración de la SNAC, en la cual planteaba los motivos de su renuncia a la presidencia de esa sociedad: “…una vida de luchas constantes por un vivir honesto y decoroso desde los nueve años de edad; una vida de arduas luchas dentro de los procesos históricos de las legítimas aspiraciones de los hombres de mi clase, además de las que, naturalmente, se producen dentro y en mi profesión; cincuenta y siete años de trabajo ininterrumpido y duro por demás, tenían por fuerza que dejar hondas huellas en mi espíritu y en mi físico, desbaratando la resistencia de mi ya quebrantado organismo, y casi imposibilitándome hoy, para poder rendir una labor tan dura y afanosa como la que rindo a diario en el ejercicio de mi profesión, y de la cual depende toda mi familia, ya que para la música, dicen “que tengo talento”, pero que yo no lo creo, porque me parece que ella (la música) es más difícil de hacer que “hacer dinero”, y este, desagraciadamente para mí, no he tenido nunca talento para poderlo hacer. // A esa Sociedad, que ustedes prestigian con sus personalidades respectivas y con sus talentos preclaros, le espera ahora la más dura de las tareas: la de hacerla buena. Lo inicial, ya todo está hecho; ahora solamente hay que echar a andar la Sociedad por buenos cauces; para ello creo que hay que luchar mucho todavía, y creo sinceramente que a ustedes les sobran conocimientos, dedicación y coraje para llevar a feliz término esa obra, justiciera por demás. Para ello se necesita una constante dedicación a la misma, dedicación casi absoluta a fin de meditar, estudiar, fiscalizar y prever todo aquello que beneficie a nuestros maltratados autores y al buen crédito de la Sociedad. Para todo esto se necesita, como antes les digo, tiempo, resistencia y salud; es decir, todo lo que a mí me falta para poder llegar al éxito definitivo de la Sociedad. Yo les ruego a ustedes que sean los primeros en ayudarme para que dure un poco más, en beneficio de los que de mí dependen directamente: mi familia. // Al despedirme de ustedes deseándoles todo género de aciertos y de éxitos en la nobilísima comisión que se han impuesto, quiero agradecerles, al mismo tiempo, la leal y eficaz cooperación que me han brindado generosamente, hasta llegar a contemplar, orgullosos todos por ello, el nacimiento de esa Sociedad, y me atrevo a aconsejarles, que eviten por todos los medios posibles, que la SNAC se convierta en un centro burocrático más, y que estudien la forma de refundir, en una sola, diversas Secciones que hoy figuran en la nómina de esa Sociedad. También les aconsejo que no demoren ni un solo minuto más, la distribución de los derechos que deben percibir los autores; y, de no serles posible eso, por falta de organización del departamento adecuado para ello, procedan inmediatamente a que rinda [el] servicio que merecen nuestros menesterosos y sacrificados autores, el Fondo de Auxilio para los mismos, de acuerdo con el promedio de sus recaudaciones”.
Francisco Carballido, en calidad de director legal de la Sociedad Nacional de Autores de Cuba, pidió a Roig aplazar esa renuncia para no entorpecer las gestiones y el desenvolvimiento inicial de la entidad, y le propuso la concesión de una licencia indefinida en el cargo que desempeñaba hasta su restablecimiento. Aunque en aquellas circunstancias el compositor y director de orquesta accedería a la solicitud, el 18 de marzo de 1956 hizo irrevocable su renuncia en una carta enviada a José Sánchez Arcilla, presidente por sustitución reglamentaria de la SNAC.

 

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