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Entomofagia, otra vez

26 de octubre de 2018

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Tema 166. Galleticas de harina de grillos. (Small)

Tema 166. Galleticas de harina de grillos.

 

Escarabajos, hormigas, grillos, chicharras o larvas de abeja son nombres que resultan un tanto incómodos si se asocian a la alimentación en países occidentales pero, en cambio, forman parte de la dieta habitual de países de Asia o África, donde este menú no es nada nuevo. Por ejemplo, en mercados de países como Tailandia, se pueden encontrar a la venta gusanos de seda y saltamontes, y en muchos supermercados japoneses ofrecen en sus estanterías larvas de insectos acuáticos.

 

¿Son nutritivos y seguros estos insectos?

Los estudios realizados sobre si este tipo de alimento es nutritivo o no indican que, en algunos casos, pueden llegar a tener más proteínas que cualquier otro alimento (a veces más del 70% de valor proteínico). También son fuentes importantes de vitaminas A y C, potasio, calcio o magnesio.

Según la FAO, los insectos que más se consumen en todo el mundo son los escarabajos, las orugas, las abejas, avispas y hormigas, seguidos de saltamontes, langostas y grillos.

Por sus propiedades biológicas, deben tenerse en cuenta cuestiones de seguridad microbiana, toxicidad y presencia de compuestos orgánicos ya que, como otros productos, también proporcionan un entorno favorable al crecimiento microbiano, incluyendo bacterias, hongos o virus.

 

¿Cuáles serían los riesgos de consumir insectos?

En octubre de 2015, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) abordó la cuestión de cuáles serían los riesgos de comer insectos y comparaba los riesgos potenciales con las fuentes convencionales de proteína animal. Según la EFSA, la posible presencia de riesgos biológicos y químicos derivados de los insectos dependerá de los métodos de producción, de lo que se alimentan los insectos, de la etapa del ciclo de vida en la que se recogen, de las especies y de los métodos usados durante el procesamiento.

Por sus propiedades biológicas, deben tenerse en cuenta cuestiones de seguridad microbiana, toxicidad y presencia de compuestos orgánicos. Pese a ello, y según la FAO, “no se conocen casos de transmisión de enfermedades o parasitoides a humanos derivados del consumo de insectos (siempre que se hayan manipulado en las mismas condiciones de higiene que cualquier otro alimento)”. Sigue diciendo la FAO, pueden darse problemas de alergias como las que ocasionan los crustáceos. Al contrario que los mamíferos y las aves, los insectos darían menos problemas en cuanto a infecciones zoonóticas se refiere.

 

Comer insectos en Europa

Grillos al curry, saltamontes al ajillo o gusanos con paprika son solo algunos ejemplos de los nuevos snacks que se pueden adquirir hoy en día en países europeos como España. Los productos que tienen mayor aceptación son los insectos procesados, como los que vienen molidos en barritas de cereales o los que se venden en polvo.

La harina de grillo es una de las primeras presentaciones que la gente prueba. Se utiliza para hacer pan, para elaborar pasta y se puede adquirir tal cual, para hacer unas galletas en casa.

En mayo de 2014, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) reconocía en un informe el potencial de los insectos para alimentación como aporte de proteínas. Pero este uso aún debe hacer frente a importantes retos y reticencias.

Desde finales de 2015 los insectos entran a formar parte de la definición de “nuevo alimento” en la Unión Europea y, por tanto, cuentan con legislación. Estos cambios son aplicados desde finales del pasado año. En España, el reglamento europeo que regula su venta y consumo entró en vigor en enero de este año y, desde entonces, las ofertas han dado un salto importante; también las tiendas especializadas.

 

¿Cuál es el concepto de “nuevo alimento” para la UE?

En la UE, un “nuevo alimento” se define como aquel que no se ha consumido de forma significativa antes de mayo de 1997. En esta categoría entran alimentos producidos a partir de las nuevas tecnologías o los que se comen en otros lugares pero que no han formado parte del consumo tradicional europeo. Se calcula que más de dos millones de personas en todo el mundo incluyen los insectos en su dieta diaria, pero estos consumidores no están ni en EE.UU. ni en la UE. Dentro de la definición de “nuevo alimento” también están las partes de los insectos como las patas, las alas y la cabeza. El objetivo de los cambios legislativos es que la autorización de nuevos alimentos, en este caso de insectos, sea sencilla, rápida y eficiente, según la Comisión Europea, para que se puedan comercializar de forma más rápida siempre y cuando se haya demostrado su seguridad.

Según las autoridades sanitarias belgas, los insectos contienen un elevado número de gérmenes, pero tratamientos como el horneado o el escaldado antes de su ingesta reducen los riesgos. Por eso, el Comité Científico de la Agencia Federal Belga para la Seguridad de la Cadena Alimentaria (AFSCA) ha hecho público un comunicado donde enumera los posibles riesgos asociados a su consumo y cómo deberían prevenirse. Según esta agencia, en todo el mundo se consideran comestibles más de 1.500 especies de insectos (escarabajos, mariposas, abejas y hormigas, saltamontes y grillos o cigarras, entre otros). También señala que al igual que ocurre con los vertebrados, los insectos pueden contener agentes biológicos y sustancias que pueden ser peligrosas para la salud. Según las autoridades belgas, es importante prestar atención a los riesgos bacteriológicos y químicos de insectos alimentados con estiércol y residuos orgánicos. Los pocos estudios científicos sobre la seguridad microbiológica de los insectos criados en condiciones controladas indican que contienen un elevado número de gérmenes. En un análisis realizado en gusanos, orugas y grillos se detectó Staphylococcus spp. y enterobacterias, entre otras. Según los investigadores belgas, algunos insectos como moscas o escarabajos son portadores de Salmonella y Campylobacter para el ganado.

Además, durante la cría de insectos también pueden producirse infecciones epizoóticas, aunque los expertos reconocen que el riesgo de infecciones zoonóticas es bajo. La contaminación microbiana aumenta en el caso de un uso descuidado de residuos y la falta de higiene en el tratamiento de los insectos. Algunos riesgos son parasitosis y presencia de aflatoxinas. Los insectos también pueden estar infectados por hongos patógenos como Aspergillus o Penicillium, que pueden contagiar de manera directa a las personas o secretar sustancias tóxicas o alérgenas.

Además de los tratamientos térmicos, la conservación es otra de las condiciones importantes para prevenir riesgos, ya que, en ciertas condiciones (temperaturas de unos 30 ºC y ambiente húmedo), las esporas crecen más y, por tanto, degradan la calidad.

Los defensores de la entomofagia destacan que la producción de insectos es respetuosa con el medio ambiente y sus detractores señalan que es poco amigable con los grillos, que ya se crían en granjas por miles para acabar pulverizados. Pero hay algo en lo que todos parecen estar de acuerdo: la riqueza de sus nutrientes. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS): “los insectos proporcionan proteínas y nutrientes de alta calidad en comparación con la carne y el pescado. ¡Unas galletitas acompañando un té o un café, pueden aportarnos más proteína que un filete de ternera, pero si la harina es de grillo, claro!

Para la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), los insectos comestibles son “alimentos de alta calidad para las personas, el ganado y las aves, son sanos y nutritivos y una fuente de proteína”. Por ello, trabaja para extender su consumo e incrementar la seguridad alimentaria.

 

¿No hay otra alternativa?

¿No nos queda más remedio que comer insectos?

¿No es vergonzoso que el modo actual de producción de alimentos de origen animal tenga un impacto insostenible en el medio ambiente y que la demanda actual solo pueda abastecerse a base de cría intensiva?

¿Sería posible bajar el impacto medioambiental que produce la ganadería actual tan solo aumentando la ingesta de legumbres como fuente proteica y destinando a consumo humano los recursos (cereales, leguminosas) que hoy se invierten en engordar al ganado?

¿Insectos como alternativa para reducir el impacto ambiental?

¿Son realmente los insectos un recurso que hay que tener muy en cuenta para solucionar los problemas de falta de alimento en zonas más desfavorecidas?

 ¿Es que acaso se quiere ocultar un gran problema: el injusto reparto de riqueza entre distintos países?

 

 

Recordemos que… “la Naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre”. Sólo hay un modo de que perdure: respetarla y servirla.

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