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En relación con los auto sacramentales

3 de marzo de 2020

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Quizás algunos lectores conozcan la expresión: auto sacramental; pero como es un término poco utilizado en nuestros días, empezaré por explicar su significado.

El auto sacramental es un género de representación teatral, cuyo desarrollo es típicamente español, destinado a celebrar la Solemnidad del Corpus Christi, fiesta centrada en el misterio de la Eucaristía, como el Jueves Santo. Al decir de Monseñor Carlos Manuel de Céspedes: “Esta solemnidad litúrgica empezó por ser una celebración diocesana en Lieja, Bélgica, instituida en el año 1246 por el obispo Roberto Thoreto. Fue celebrada por primera vez al año siguiente, por los Canónigos de San Martín, en esa ciudad y diócesis. Poco después, el Papa Urbano IV la extendió a toda la Iglesia.”

Es importante resaltar que las fiestas del Corpus Christi fueron traídas a Cuba cuando la conquista y celebradas durante mucho tiempo, pero con características propias. Respecto a los auto sacramentales, se conocieron en nuestro país desde finales del siglo XVIII, no solo en La Habana, donde existía  un pequeño teatro, cercano a la Plaza de Armas. Después de la construcción del Teatro Principal y de la aparición del Papel Periódico, en el siglo XVIII, se afirma que los habaneros disfrutaron de este tipo de obra, aunque la representación de auto sacramentales fueron prohibidos por Carlos III en España y los territorios ultramarinos, por considerar que constituían una irreverencia religiosa.

Sin embargo, parece que antes de esa prohibición, o después del reinado de Fernando VII, en algunos de los templos de La Habana se presentó un auto sacramental del conocido dramaturgo español Calderón de la Barca titulado Amar y ser amado o La divina Filotea. Pero este tipo de obra se representaba solo de manera ocasional. Aún se recuerda cuando el Teatro Universitario habanero tenía en su repertorio algunos auto sacramentales entre cuyos títulos estaba: El gran teatro de mundo, de Calderón de la Barca. Y otras vivencias para quienes fueron testigos, son las puestas en escena de los patios interiores del Colegio de Belén, en Marianao; en el Teatro Auditorium (hoy Amadeo Roldán) y en al Anfiteatro de la venida del Puerto. No obstante, la preocupación por rescatar un género teatral tan importante, propició que en el marco de la XX edición del Festival “La Huella de España” se unieron la compañía teatral española  de Pedro María Sánchez y la Camerata Romeu, para llevar a escena el auto sacramental Amar y ser amado o La divina Filotea, de Calderón de la Barca, en la Basílica Menor de San Francisco de Asís, con música de José Nebra, cuyo resultado fue de excelencia. La obra es de un contenido estremecedor, pues se refiere a la lucha del alma que ama a Dios (Filotea) y decide permanecer fiel a él a pesar de las presiones de los enemigos de la perfección: el demonio, el mundo, la lascivia, el ateísmo, la apostasía, y tantas otras fuerzas negativas de las que estamos rodeados.

Ojalá este tipo de obra se repita en otros estrenos, porque forma parte de nuestra tradición.

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