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En busca de situaciones placenteras

5 de abril de 2013

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Hay una hermosa canción de Juan Manuel Serrat que habla de aquellas pequeñas cosas, que al final son las que nos llenan de felicidad la vida, y leía un artículo donde se exponían los resultados de una investigación desarrollada con los cien multimillonarios que publica la Revista “Forbes” De estos, 37 declararon no sentirse felices, considerarse seres desgraciados, y mucho menos satisfechos y felices que la población media. El dinero, las cosas materiales, tampoco hacen la felicidad. Unas veces con mucho, no somos felices y otras veces con menos, disfrutamos de momentos de absoluta plenitud y felicidad.
En realidad esta contradicción que nos encontramos con frecuencia tiene su esencia en la necesidad de auto construirnos una vida que resulte elocuente, motivadora, con significados importantes para nosotros mismos y que a su vez, pueda resultar atractiva y cooperadora para los demás y que afectivamente tenga un nivel de positividad adecuado para unos y para otros. Por todo ello, el secreto está en la forma en que percibimos, construimos y llevamos a la práctica nuestra propia vida, no vivir por vivirla, porque me corresponde, porque estoy vivo, sino vivirla con la plenitud que nos propicia el darle un significado, un sentido y sentirnos útiles y plenos.
No es menos cierto que lo material es necesario, pero en ocasiones hacemos depender nuestra felicidad y nuestro estado de bienestar y plenitud de lo tangible, lo cual nos lleva a esclavizarnos y a que perdamos nuestra capacidad de crear y de soñar, y sobre todas las cosas a una dependencia total de los objetos, del dinero, de todo lo ramplón, relegando a un plano secundario lo espiritual que también forma parte del vivir cada día. De aquí esa frase celebre de que: “No solo de pan vive el hombre” o aquella otra de que “Feliz no es el que tiene  mucho sino el que ama lo que tiene”.
Las situaciones difíciles, dolorosas, desagradables existirán y podrán aparecer en mayor o menor medida en la vida de cualquiera de nosotros, usted no es una excepción, pero la forma en que las asumamos dependerá de cada cual.
No es que sintamos alegría y placer cuando la vida nos presente sus caras feas, pero una vez que se nos presentan, no es justo evadirlas, mucho menos vivir de forma permanente con ellas con una resignación pesimista y derrotista que nos puede condenar a vivir con estas y con todas las consecuencias que puede traer aparejada por el resto de nuestras vidas.
Cuando somos capaces de asumir un comportamiento no tanto alegre, pero si firme, seguro, decidido, y optimista, si se pueden arrogarse para darle solución o al menos atenuarlas.
Decía William James que: “Debemos actuar como si esa alegría adoptada fuera real”. El optimista señala Bernabé Tierno, es alguien que tiene el coraje de tomar la decisión de mantenerse alegre aunque no pueda ser feliz en ese momento.
Se que en este momento usted pueda preguntarse: ¿Si estoy pasando por una mala racha, por situaciones desagradables y dolorosas, mostrarme alegre para ser optimista, es auto engañarme y esto no es algo que me pueda favorecer espiritualmente, porque estoy actuando en contraposición a lo que realmente estoy sintiendo?.
En realidad no hay una mentira, porqué usted se ha propuesto asumir la situación difícil con optimismo, porqué usted ha aprendido y conoce, que este tipo de comportamiento es quien le permitirá asumirla, afrontarla y no enfrentarla disgustado, ni con pensamientos derrotistas y viendo lo imposible, el “No puedo”, ese, “Todo terminó para mi”, o el frecuente “Ya no me quedan fuerzas para continuar” o uno de los mas recurridos: “Soy la persona mas desgraciada y fatal del mundo, ¿Qué daño habré hecho yo que lo estoy pagando de esta forma tan terrible”.
Como puede observar, el logro de situaciones placenteras y de ese optimismo requerido para alcanzarlas, dependerá mucho más de la forma en que usted asuma las situaciones difíciles que de su propia fatalidad o no.

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