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Emociones en el recién nacido

7 de junio de 2013

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Ya para nadie es algo nuevo la importancia que tiene la estimulación al recién nacido desde el mismo momento del nacimiento y durante los primeros años de la vida, donde su actividad fundamental es precisamente, la relación con los adultos que le rodean y no el juego como piensan muchos. Por ello se hace imprescindible la estimulación para el desarrollo de la inteligencia emocional desde las edades más tempranas.
Una de las primeras reacciones emocionales que podemos observar en los recién nacidos es la facilidad con que pueden pasar en fracciones de segundos de la risa al llanto o viceversa, y la explicación a estos cambios bruscos de humor en su bebé se deben a que sus emociones se manifiestan en estas edades de forma muy intensa y con una frecuencia muy alta. Esta intensidad y frecuencia se disminuye con el tiempo en la misma medida en que el recién nacido aprende y dispone de mecanismos aplacadores, que son fruto de su propio proceso de maduración.
En lo anterior es decisivo el establecimiento de una comunicación positiva con el bebé, sobre todo a través del llanto que es la primera forma o manifestación de comunicación que nos propicia ese recién nacido, y es la vía por la cual los adultos que le rodean y que cuidan de el reaccionan inmediatamente.
Ahora bien, aunque pueda parecer contradictorio, si el niño llora los padres se preocupan extremadamente y redoblan la atención, sobre todo, hasta pueden llegar a angustiarse porqué quieren saber cual es el motivo del llanto, si es hambre, si es frío, si esta orinado, pero casi nunca piensan que puede ser necesidad de afecto.
Decía que puede resultar contradictorio, porque cuando el bebé deja de llorar y esta tranquilo le prestamos menos atención, nos hemos cansado cuando lloraba y entonces ahora que lo vemos tranquilo, sin llorar, sentimos alivio y le prestamos menos o casi ninguna, para no ser absoluto, atención. En la concreta le prestamos más atención cuando está mal y poca cuando está bien.
Estuvimos revisando algunos estudios sobre el proceso de comunicación a través de los gestos y señala como el llanto se ha llegado a convertir en la única vía de comunicación con los recién nacidos y en realidad se plantea como una necesidad urgente abandonar este arquetipo, y acercarse más a la comunicación que se produce cuando no hay llanto, a lo que los estudiosos denominan un acercamiento a  la comunicación positiva.
Es aquí donde entra a desempeñar su papel la afectividad que incluye los besos, los abrazos, las caricias, las palabras cariñosas, las canciones con textos tiernos y musicalmente reconciliadoras, los juegos, los sonidos agradables de cajas de música, de sonajeros, la presentación ante ellos de un  mundo lleno de colorido y a su vez de gestos y sonidos tan positivos como ese momento que están viviendo ellos.
Por supuesto en todo esto se debe tener en cuenta que no siempre, al igual que nos sucede a los adultos, los bebés no pueden ser receptivos y por eso, es un objetivo esencial de los padres y de todos los adultos que tienen que ver con  el pequeño, reconocer, aprender, distinguir cuando son los momentos en que en realidad el bebé tiene disposición para estas comunicaciones que hemos llamado positivas. Es importante saber cuándo y cómo hacerlo, única forma de poder responder de forma adecuada a sus necesidades reales y de tener presente su disposición para ese intercambio que aunque es afectivo y positivo, no siempre está en disposición para ello. Si tiene sueño o está de mal humor no insista y déjelo para otro momento.
Este proceder desde las mas tempranas edades es un elemento decisor en el origen, desarrollo y consolidación en la adultez de la tan llevada y traída inteligencia emocional de la cual conversaremos en otro momento. . Responder adecuadamente a sus necesidades y considerar su disposición para prestar atención a la comunicación y a los juegos es fundamental para el desarrollo positivo de la inteligencia emocional del bebé.

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