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Elixires de amor

29 de junio de 2023

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Foto de Lidiya Pavlikova

Foto de Lidiya Pavlikova

 

Es conocido que beber moderadamente cierta cantidad de alguna bebida espiritosa, crea condiciones para que la persona, ante una situación de atención amorosa a su pareja, se desinhiba, lo que motiva la afirmación que estas actúan como afrodisíacos. Dentro de la larga lista de elixires –filtros de amor- inventados para potenciar el deseo carnal, la yema de huevo de ciertas aves, esencias como la vainilla, extractos de vísceras u órganos genitales, polvos de fuertes especias como el ajo, el jengibre o el ginseng, y muchos otros, han sido recursos repetidos y sugestivos.

 

El tema de los filtros de amor ha sido recurrente en antiguas leyendas, recreadas más tarde por la literatura o por la música, entre otros. Tristán e Isolda unieron sus almas eternamente a partir de haber bebido accidentalmente, una poderosa pócima que representaba un arma eficiente para romper con los prejuicios sociales de la época que los mantenía distanciados a pesar de amarse mutuamente. Por otro lado, el imaginario que surge de la mitología griega, nos da a conocer el papel que jugó un supuesto filtro de amor en la muerte de Hércules, cuando se cubrió con la capa envenenada que le envió su esposa  Deyanira.

Durante la Edad Media se difundieron criterios vinculados a la brujería diabólica relacionados con la capacidad que poseían los brujos que dominaban las ciencias oscuras, para despertar pasiones amorosas a través de determinadas pociones, e incluso, echar por tierra esas pasiones con encantamientos, provocar la impotencia de los hombres y la esterilidad en las mujeres. El arrobamiento y el deslumbramiento se obtenían por la ingestión de brebajes confeccionados con plantas como la mandrágora y por el uso de ciertos alcaloides venenosos obtenidos de la belladona, el beleño y el estramonio.

Hay autores que dan cuenta de algunas de las pócimas más célebres, como es el caso de los hipómanes. Estas infusiones se preparaban con ciertas hierbas que, probablemente, contenían sustancias alucinógenas provocadoras de arrebatos amorosos incontenibles. Otra famosa era el conocido como satirión –recordando a los sátiros de la mitología griega- y que tenía la fama de favorecer el deseo lujurioso.

Hay evidencias que el emperador azteca Moctezuma bebía el cacao a la usanza indígena –mezclado con agua y chile- para aumentar su capacidad amatoria- y algunos siglos después, el empedernido galán italiano Giovanni Casanova, lo usaba y recomendaba para largas sesiones idílicas.

De ese modo, el listado creció y se atemperó a los nuevos tiempos. Y ya no es raro encontrar entre aquellas que cargan con esa aureola, a algunas plantas comunes como la albahaca, la hierbabuena, la flor de la calabaza, la vainilla o la raíz del jengibre. Y en nuestro entorno cubano, si de pociones de amor se trata, dos humildes ejemplares cargan con esa fama: guarapo y prú.

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