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El trovador bohemio (II)

3 de marzo de 2017

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Continúo hoy contando algunas anécdotas de la vida y obra del gran músico cubano Sindo Garay, con la certeza de que el lector las disfrutará tanto como yo.

Sindo siempre se sintió indio, y sentía una gran piedad por nuestros aborígenes, los cuales quiso inmortalizar al bautizar a sus hijos, al primero de los cuales puso el nombre de Guarionex. Sobre esto, el recordaba: “¡Todavía me da risa recordar la cara del cura!”. Después de explicarle la razón, el párroco le dijo que estaba bien, pero que tenía que ponerle antes otro del santoral, y el escogido fue: Eladio. Cuando nació su hija, algo similar sucedió cuando Sindo dijo que se llamaría Guarina, porque tuvo que antecederlo otro: María. “Siempre tuve líos con los curas por el nombre de los muchachos, caray.”

Para mí, los trovadores son una especie de cronistas de su tiempo, y Sindo Garay no es la excepción, pues a través de su música, transmitía mensajes relacionados con su entorno. Así surgieron páginas como: “Tratado de paz”, “Evangelina”, “A Martí”, y tantas otras.

Y ya que mencioné el nombre de nuestro apóstol, veamos cómo se conocieron.

“Yo estreché la mano de Martí en Dajabón, en el año 1895. […] Fue alrededor de dos meses, más o menos, antes de inmolarse en Dos Ríos.” Sindo estaba emigrado en Santo Domingo, y solía sentarse bajo la sombra de un algarrobo a crear canciones. Aquella tarde supo que en breve, llegaría a la casa donde él estaba, el maestro, acompañado de otros cubanos. “Todos lucían cansados, viejos y canosos, pero en todos los ojos se veía el fulgor del patriotismo restallando como si fuera un látigo de luz. […] Martí comenzó a hablar. Recuerdo que tenía una voz fuerte, gruesa, como de barítono, muy penetrante. Hablaba despacio, como si pensara muy bien lo que iba a decir. Después de arengar a los cubanos, se despidió, entonces me acerqué a él y le di la mano. Esa noche no podía dormir. La mirada de Martí, sus palabras de fuego, hacían que el sueño huyera. Me levanté y cogí a guitarra, me senté en el taburete y empecé a improvisar:” De aquella impresión suya sobre nuestro apóstol, surgió la canción: “Semblanza de Martí”, cuyos versos iniciales dicen: “Conocí a un hombre que tenía / por su aspecto de santo /el alma de Cristo, / unos ojos soñadores / pero al mirar, penetrantes.

Termino mi comentario con el texto de una canción de Sindo Garay titulada “Habana querida”: “Por tus calles, Habana querida / he vivido mis noches bohemias / y jamás he lanzado blasfemias / que pudieran tu honor maltratar. / Cual fantasía que vaga en las noches / volveré tu recinto a cruzar / y esta tierra sagrada y bendita / con mis lágrimas vuelvo a regar.”

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