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El trabajo ¿un agobio o una satisfacción?

23 de septiembre de 2016

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Es un hecho comprobado que la persona emocionalmente inteligente es capaz de alcanzar el éxito social, entendiendo lo “social” como un concepto que engloba las metas laborales, familiares, amorosas, las amistades y otras, en dependencia de los intereses de cada cual. Sin embargo, difícilmente nos proponemos metas fuera de las “obligaciones”, o sea, divertirnos, tener un pasatiempo y descansar, lo cual es un gran error. Sé que muchos van a decir que “no hay tiempo” y si estuvieran frente a mí me enumerarían todas las cosas que tienen que hacer: levantarse al amanecer, el corre-corre de la mañana, llegar al trabajo, la carga y complicaciones propias, apenas sin tiempo para almorzar, salir corriendo, los niños, la escuela o si es mayor, los padres ancianos y quizá hasta algún discapacitado que necesita de nosotros y vuelve a las complicaciones del atardecer y la noche de la casa, como la comida, ir al mercado, etc. y apenas al finalizar la noche se puede ver algo de TV y dormir seguramente estresado. Y ni hablar del fin de semana y las cosas que hay que hacer que no se pudieron realizar entre semana. Por supuesto que hay diferencias que marcan la cantidad de tiempo libre para dedicarlas a nosotros mismos como es ser hombre o mujer: las condiciones económicas que le permiten tener auto o no, enseres domésticos que alivian el trabajo casero, la lejanía del trabajo, personas que comparten las responsabilidades y atenúan la carga y otras condiciones. De todas formas, en la actualidad hay muchas actividades a realizar para lograr el éxito social –que es un deseo loable e importante–.

De todas estas cargas que enumeré, hoy voy a hablar del trabajo, porque sin dudas es un área que genera mucho estrés, por lo que existe un interés científico de estudiar sobre la salud laboral y la prevención de riesgos laborales con la intención de evitar el estrés y aumentar la motivación y satisfacción laboral. Se ha determinado que para lograr esto es necesario tener en cuenta las características del ambiente laboral, de los empleados y sus relaciones interpersonales, y aquí intervienen de manera decisiva las competencias emocionales, ya que las mismas influyen en el rendimiento del trabajador, sus actitudes y por lo tanto en el éxito laboral.

Claro que decirlo resulta fácil, pero llevarlo a cabo no es algo que se logra de un día para otro, ya que como he dicho en muchas ocasiones anteriores hay que alfabetizarse emocionalmente, lo cual lleva tiempo e interés, además del arduo trabajo de ponerlo en práctica. Es por ello que no es algo que sea cosa de un día, sino que debe ser un propósito que comienza con el auto conocimiento de nuestro repertorio emocional para aprender a manejarnos en dependencia de la situación, entender a los otros y saber establecer efectivas relaciones interpersonales, y en particular en el área laboral. También hay que desarrollar la capacidad de adaptarse a los cambios constantes (si no aprendes informática, por ejemplo, no vas acorde al desarrollo y por mucho tiempo que lleves en el trabajo, el jovencito mejor preparado te va a sustituir); a las altas exigencias (no es suficiente lo que se aprendió en la escuela por lo que hay que seguir superándose, ya que la velocidad de los nuevos conocimientos hacen obsoletos criterios que prevalecían hace poco años); desarrollar iniciativa (que consiste en tener nuevas perspectivas, proponer nuevos caminos, sin miedo a dejar los trillados y convencionales); trabajar en equipo (que significa entre otras cualidades el tener imaginación, destrezas para crear alianzas, tendencia al compromiso y habilidades para la colaboración entre los miembros del equipo aún cuando no seamos amigos, sino solo compañeros de trabajo).

Es por eso que resulta fundamental tener un adecuado bienestar emocional, que redunda en un buen rendimiento laboral, beneficiosas relaciones dentro de los equipos de trabajo y finalmente que la institución logre los objetivos. Ahora bien, también es muy cierto que esas condiciones y circunstancias no se dan, por lo que la expresión negativa de lo que anteriormente les dije, puede aparecer algo que también es muy cotidiano en el día de hoy y es el llamado síndrome del “burnout” o en su traducción al español, el síndrome del “quemado”. ¿No has escuchado decir que a fulanito lo “quemaron” en el trabajo? Pues no es un populismo, sino una enfermedad que está relacionada con el estrés laboral y su cura tiene mucho que ver con las competencias emocionales ¿interesante, verdad? Por eso el próximo artículo se lo dedicaré a este tema.

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