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El ritual ruso del té. El samovar

20 de diciembre de 2017

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Un samovar es un hervidor de agua –aunque singular–. Los había en todas las formas posibles: redondos, cilíndricos y cónicos, de cobre o latón. Se empleaba gran tesón en cincelar cada una de las piezas que lo componían y que eran decoradas con abundantes motivos y figuras.

Todavía hoy existen en Rusia samovares de todos los tamaños, desde el minisamovar, apenas mayor que el tamaño de una taza, hasta el de versión familiar para varios litros de agua. Sin embargo, los actuales samovares tienen una apariencia bastante modesta frente a sus nobles antecesores de mejores épocas. Son artículos en serie, hojalata, y contienen una resistencia eléctrica espiral, a modo de calentador de inmersión, aunque aún dejan entrever, en vagas reminiscencias, el esplendor pasado. Pero hacen su función y esto es, en principio, lo fundamental.

El clásico samovar se activa con carbón de leña que se introduce ardiendo en el tubo calorífico. Después se coloca una prolongación sobre el tubo hasta que cueza el agua. Cuando no salga más humo por la chimenea, se retira y se coloca el samovar sobre la mesa.

El té es un extracto fuerte que hierve en una tetera que reposa en la parte superior del samovar. En primer lugar, se sirve uno de esta tetera y, a continuación, se rebaja el extracto con agua hirviendo del samovar.

Tradicionalmente, el té se sirve en vasos altos con asa de metal –hoy se emplean también tazas y jarritas–, y se le añade rodajas finas de limón. En algunas regiones del Cáucaso, en Asia central y en Kazajstán se prefiere el té verde.

Los rusos beben té a cualquier hora del día, acompañado de confituras, pasteles, pirogui dulces, croissants y miel. En verano, se saborean con el té las frutas de la temporada: fresas, frambuesas y grosellas rojas.

 

Té de los bosques

El té ruso original es el té del bosque. Para su preparación, se recogen bayas secas, flores, pedúnculos, tallos y raíces de diferentes plantas. Las preferidas son las flores de jazmín, rosa silvestre y tilo, las hojas de menta y arándano encarnado y las bayas de arándano, mirtilo, serbal y majuelo. Para la elaboración, se calcula una cucharada de té seco por cada litro de agua hirviendo. El té del bosque tiene que dejarse en infusión considerablemente más tiempo que el té negro o el verde. Y a decir verdad no contiene ninguna teína (excitante) –como también se denomina a la cafeína que contiene el té–, pero cuenta con un sabor distinto y un agradable aroma.

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