ribbon

El rey del mambo (II)

2 de febrero de 2022

|

 

perez1

Acaso esta historia comenzó cuando el joven Pérez Prado, nacido en Matanzas el 11 de diciembre de 1916, se mudó en los años 40 para La Habana, donde se presentó como pianista de cabaret.

No era un improvisado. Había estudiado piano hasta alcanzar el título de maestro en la academia de María Angulo, y se perfeccionó con Rafael Somavilla en el Conservatorio Municipal de Matanzas.

Además del piano, realizó estudios de tumbadora, órgano, batería, trompeta y saxofón. A su formación musical académica añadió un particular interés por los acordes rítmicos de la música de origen africano, muy populares presentes en los barrios de su ciudad, principalmente en el Simpson y La Marina, semilleros de rumberos y danzoneros.

Pronto sobresale por su genio como arreglista al mezclar elementos de jazz con melodías criollas, suceso que mucho habría de influir en su posterior desarrollo dentro de la composición.

Ya en 1946 había fundado su propia orquesta, con la que viajó a Argentina y Venezuela. También se presentó en Estados Unidos, donde hizo orquestaciones para tres conocidos músicos: el violinista catalán Xavier Cugat y los cantantes cubanos Desi Arnaz y Miguelito Valdés.

A su regreso a Cuba, le confesó a un periodista: “… Estoy preparando un estilo musical nuevo que creo que va a gustar mucho: el “Son mambo”.

Sus músicos tocaban sin partituras, diseñaba su propio vestuario – chaquetas sin solapas y anchos pantalones de tubo- y fabricaba la gomina que fijaba su tupé.

En 1949 partió hacía México, y allí luego de integrar varias agrupaciones, creó, un año después, su famosa orquesta, con la que daría a conocer sus primeros mambos -los que tienen su propia sonoridad, la suya-, sobre anteriores formas “mambeadas” que venían cultivando otros músicos cubanos, como es el caso del compositor y pianista Orestes López.

Sus primeros éxitos, grabados con la RCA Víctor, fueron “¡Qué rico el mambo!” y “Mambo número 5”. Como diría el propio músico: “Esos fueron los que abrieron la brecha”. A ellos siguieron los popularísimos “Mambo número 8”, “La chula”, “Mambo en Sax”, “Caballo”, “Silvando mambo”, “Pianolo” y “El cerezo rosa”, entre otros, temas que marcaron una época y contribuyeron al apogeo de la música latina.

El cine le abrió las puertas. Su triunfo no pudo ser mayor en Cuba, en Estados Unidos al igual que en todo el mundo. Tuvo un enorme éxito disquero. Ganó Discos de Oro. Creó otro ritmo, el dengue, y concibió importantes partituras como “Suite de las Américas”.

En 1963, Carpentier advirtió: “El Mambo número 5, de Pérez Prado, es una página extraordinaria en el dominio de la música popular contemporánea mundial”.

Falleció en México, el 14 de septiembre de 1989. Miles de personas asistieron a despedir sus restos. Fue inhumado en el Panteón de Dolores, de Ciudad México.

Durante la ceremonia se escucharon algunas de sus piezas; dicen que en Venezuela el diario El Mundo llegó a compararlo ni más ni menos con Beethoven, en tanto el Clarín de Buenos Aires, contaba sobre la vida del destacado músico cubano, y otras agencias latinoamericanas, emisoras de radio y cadenas de televisión transmitían la noticia.

El Rey del Mambo ha muerto.

Galería de Imágenes

Comentarios