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El reunionismo

8 de febrero de 2013

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Estas crónicas costumbristas de la contemporaneidad son el homenaje de Habana Radio al doctor Emilio Roig de Leuchsenring, quien legara a la cultura y al periodismo cubanos, deliciosos artículos sobre la vida de sus conciudadanos.

Conozco a un burócrata, a cuyo hijo pequeño preguntaron en una ocasión dónde trabajaba su papá, y el inocente respondió:
“Mi papá trabaja en una reunión”.
El reunionismo no es nada nuevo, aunque cada día cobra más fuerza. Ya en 1551, cuando se efectuaron las primeras elecciones habaneras para elegir a los alcaldes y regidores, éstos tenían que reunirse semanalmente con el mayordomo, el barbero, el verdugo y el pregonero, aunque no tuvieran nada que tratar, según el acta capitular correspondiente.
El reunionismo tiene una relación directa con la burocracia y el burocratismo, pero ya de estos últimos hablamos.
Este problema, el de las reuniones innecesarias tiene un origen bastante amargo y antisocial.
Resulta que generalmente el que de verdad dedica su tiempo a trabajar, tiene bastante poco tiempo para las reuniones. Pero hay algunos individuos que tienen muy pocas cosas que hacer, y como tienen que justificar su cargo y salario, entonces anotan en su agenda: el lunes reunión con fulano, el martes con ciclano, el miércoles con mengano y el jueves con esperancejo, el viernes con todos para analizar las reuniones personales y el sábado, no, no, ese día lo dedica a reflexionar sobre las reuniones anteriores.
Pero el problema radica en que fulano, mengano, ciclano y esperancejo tienen que trabajar de verdad, y cada una de esas innecesarias reuniones los saca de quicio y hasta los atrasa en su gestión laboral.
En muchas ocasiones se llega al extremo de que algo que se puede orientar en un minuto por teléfono, el burócrata prefiere decirle a su secretaria que cite al compañero a su oficina para reunirse personalmente con él.
El diccionario Larousse dice que una reunión es un conjunto de personas reunidas, pero un conjunto, no dos, entonces por qué reunirme contigo, no sería más fácil decir tengo que conversar contigo.
Claro, el fenómeno de la reunión sirve también para no atender a quien se debe atender, con la susodicha frase de: “El director está reunido”.
Y yo me pregunto: ¿sería capaz este sujeto de citar a su novia para una reunión individual, reunirse luego en un restaurante o cabaret y finalmente invitarla a una reunión aún más personal para ser felices en el amor?

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