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El poema de José Martí dedicado a un ciego

10 de enero de 2020

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Donde el verso es un ciervo herido, 1996 Adagio Benítez Donde el verso es un ciervo herido, 1996 Acrílico sobre tela 118,2 x 79,2 cm Colección Casa Natal de José Martí

Donde el verso es un ciervo herido, 1996, Adagio Benítez, Acrílico sobre tela
118,2 x 79,2 cm, Colección Casa Natal de José Martí

 

Muy variada es la forma y el contenido de los poemas que conforman los Versos Libres de José Martí, escritos fundamentalmente en 1878, aunque algunos están fechados en 1882.

Los Versos Libres no fueron publicados hasta varios años después de su muerte, cuando Gonzalo de Quesada y Arostegui dio a conocer en las Obras Completas de Martí una gran parte de poemas, cartas, trabajos periodísticos y discursos.

En la introducción de sus Versos Libres, Martí expresa el significado que le concedió a lo que calificó como tajos de sus propias entrañas o como sus guerreros, al detallar: “Estos son mis versos. Son como son. A nadie los pedí prestados. Mientras no pude encerrar íntegras mis visiones en una forma adecuada a ellas, dejé volar mis visiones: ¡oh, cuanto áureo amigo que ya  nunca ha vuelto! Pero la poesía tiene su honradez, y yo he querido siempre ser honrado. Recortar versos, también sé, pero no quiero. Así como cada hombre tiene su fisonomía, cada inspiración trae su lenguaje.”

Y entre los Versos Libres de Martí hay uno titulado “Luz de Luna” que narra la historia de un ciego que de pronto pudo ver.

En la parta inicial del citado poema, expresó:

 

Esplendía su rostro; por los hombres

Rubías  guedejas le colgaban; era

Una caricia su sonrisa: era

Ciego de nacimiento: parecía

Que veía: tras los párpados callados,

Como un lago tranquilo, el alma exenta

Del horror que en el mundo ven los ojos,

 

Sus apacibles aguas deslizaba: –

Tras los párpados blancos se veían

Aves de plata, estrellas voladoras

En unas grutas pálidas los besos

Risueños disputándose la entrada

Y en el dorso de cisnes navegando

Del ciego fiel los pensamientos puros.

José Martí describió en este poema el encuentro del ciego con una joven de la cual se enamoró. Y expuso al respecto:

Como una rama en flor, al sosegado

Río silvestre que hacia el mar camina,

Una afable mujer se asomó al ciego:

Tembló, encendiose, se cubrió de rosas,

Y las pálidas manos del amante

Besó cien veces, y llenó con ellas:

En la misma guirnalda entrelazados

Pasan los dos la generosa vida:

Tan grandes son las flores que a su sombra

Suelen dormir la prolongada siesta.

También en el citado poema Martí se refirió al hecho que muchos de los que rodeaban al ciego se lamentaban que éste no pudiera ver. Y señaló:

 ¡Oh, si vieras!- los necios le decían

Que no han visto en sus almas- ¡oh si vieras…

¡Si vieras cómo el mar, roto y negruzco

Vuelca al barco infeliz, y encumbra al fuerte;

Si vieses, infeliz, como la Tierra

Cuando la Luna llena la ilumina,

 

Desposada parece que en los aires

Buscando va, con planta perezosa,

La casa florecida de su amado…

En este Verso Libre igualmente Martí describió lo que experimentó el ciego cuando de pronto, como por un mágico encanto, pudo ver.

Martí manifestó que  sus amigos, ignorantes que él había aquilatado con antelación la trascendencia del mundo y de la mujer amada sin ser vidente, intentaron señalarles las bellezas y características de lo que ellos estaban acostumbrados a apreciar y en forma específica le indicaron que mirara hacia la luna.

Y en forma metafórica y llena de simbolismo Martí reflejó en la parte final de este poema:

De súbito vio el ciego. Esta que esplende,

Dijeronle, es la Luna. ¡Mira, mira

Que mar de luz! ¡Abismos, ruinas, cuevas,

Todo por ella casto y blando luce

Como de noche el pecho de las tórtolas!

-¿Nada más?- dijo el ciego, y retornando

A su amada celosa los ya abiertos

Ojos, besole la temblante mano

Humildemente, y díjole: -No es nueva,

Para el que sabe amar, la luz de la luna.”

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