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El pensamiento musical de Alejo Carpentier (I)

12 de septiembre de 2017

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En mi comentario anterior me referí a la importancia de Carpentier en la radio cubana desde el punto de vista musical; pero revisando informaciones sobre este gran intelectual cubano de la pasada centuria, decidí ampliar el espectro hacia otras esferas relacionadas con el arte de los sonidos y por eso me remitiré a sus conferencias transmitidas por Radio Habana Cuba entre 1964 y 1966, en el espacio “La cultura en Cuba y en el mundo.”

Aunque lo más conocido de Carpentier son sus novelas, él también fue músico e, incluso, marcó pautas con su libro “La música en Cuba”, donde hace un recorrido por la historia de ese arte en nuestro país pero, además, creó la ópera: “Manita en el suelo”, en binomio con Alejandro García Caturla, que puede considerarse como la primera de carácter nacional. Me remitiré ahora a su conferencia: “Nuestro acento a la música contemporánea universal”, de 1966.

Comienza Carpentier diciendo: “Folklore” es la palabra que, en América Latina, debe pronunciarse en tono grave y fervoroso, desde hace 40 años –pues antes en verdad interesaba a muy poca gente–. “Hay que remontarse a las fuentes del folklore”, dice este. “El folklore es la base de todo arte”, dice el de más allá. “Lo que viene del pueblo tiene que ser devuelto al pueblo”, afirma otro, usando un argumento que un eminente compositor soviético calificaba, no hace mucho, en un pronunciamiento famoso, de “razonamiento de prestamista”. Y luego de referirse a la riqueza folclórica de la entonces Unión Soviética, debido a la riqueza musical conservada por los diferentes grupos étnicos, afirma que en muchos países de las Antillas, el folclore musical y danzario se hallan casi extintos; y añade: “Esto es lo que no entienden algunos alentadores de “lo popular” cuando, por espíritu de imitación, pretenden exaltar, explotar, valorizar folklores nacionales donde los folklores nacionales son casi nulos, pertenecen al pasado o tienen, en sus manifestaciones actuales, un escasísimo valor. Países hay en Europa y América, donde se alimenta un folklore ficticio a base de festivales organizados por especialistas en folklore, de grabaciones eruditas, de interrogatorios impuestos a “informadores” muy ancianos, cuya memoria conserva las palabras de alguna copla de otros días; o lo que es peor, se pretende mantener un folklore campesino donde una industrialización intensa, la formación de comunidades tecnificadas puestos en contacto diario de la opereta, con la música profesionalmente ofrecida, hace absurda la misma palabra de “folklore”. Después de esta opinión, Carpentier continúa diciendo que la característica del folclore  auténtico es ser fiel a su propia tradición y más adelante añade. “El arpista venezolano, el tocador de la región de Barlovento, el percusionista “típico” cubano, deben comportarse, en cuanto a invención propia, como el pianista que añade una cadencia de propia cosecha, demostración de virtuosismo, a un concierto clásico o romántico. Se tolera la fantasía cuando viene al caso, pero el texto fundamental debe ser respetado en cuanto al estilo, los giros, la rítmica y el tempo. Por ello el sinfonista –valga decir: el músico culto– que pretende acercarse al pueblo, ir hacia el pueblo, trabajando temas populares con armonías propias, realzando o estilizando esto o aquello, estilizando, enmendando, escribiendo movimientos sinfónicos con lo que nunca pasó de ser tonada de holgorio, se muestra ante sus improbables oyentes populares como un deformador de cosas que no aspiraban a salir de donde estaban por derecho propio”.

Luego de estas reflexiones de Carpentier, pienso en compositores como el brasileño Héctor Villa-Lobos, quien compuso partituras de concierto a partir de las verdaderas raíces folclóricas de su país, porque viajó por la selva del Amazonas investigando la esencia de su folclor, logrando joyas de la literatura musical latinoamericana. Pero no todos han hecho lo mismo, y se limitan a escribir obras muy lejanas a la realidad. Claro que esa conferencia del autor de “El siglo de las luces” fue pronunciada hace 51 años y que, en la actualidad, se está tratando de rescatar lo musicalmente legítimo, pero valdrá la pena hacerse esta pregunta: ¿Todo cuando se promociona hoy lo es? Piénselo.

Y como considero que las opiniones de Alejo Carpentier sobre el tema son bien interesantes, continuaré por este camino en mi próximo comentario.

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