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El peligro de los medicamentos falsificados

22 de abril de 2016

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No hay mejor manera de introducir este tema que pedirle que se formule usted mismo una interrogante que quizás hasta ahora nunca se ha hecho. ¿Alguna vez ha dudado de la legalidad de los medicamentos que llegan a sus manos?
Si se trata de un medicamento que le fue dispensado en la farmacia, desde ahora le garantizamos que no debería tener una preocupación ostensible, pues al tratarse de un canal de suministro legal, existen mecanismos de control aplicados por las autoridades sanitarias del país, para garantizar que solo se comercialicen medicamentos autorizados, aptos para el consumo humano.
Sin embargo, si es usted de aquellas personas que por determinada razón accede a canales de suministro de medicamentos “alternativos”, como el de las compras online en sitios web no regulados que suministran medicamentos, o las importaciones y/o donaciones privadas, los cuales escapan al peritaje farmacéutico nacional, debe saber que no está exento de riesgos de consumir medicamentos fraudulentos o falsificados en algún momento.
Estos medicamentos, en cuestión, de apariencia que imita al original, son aquellos que la Organización Mundial de la Salud define como “un producto etiquetado indebidamente de manera deliberada y fraudulenta en lo que respecta a su identidad y/o fuente”.
El fenómeno de la falsificación es cada vez mayor y en la actualidad puede afectar a cualquier tipo de medicamento, ya sea uno de marca o los propios genéricos. El diapasón de adulteración es tan amplio que puede abarcar hasta seis variantes de productos fraudulentos. Entre ellos están los productos que no contienen principios activos, los que contienen principios activos en cantidad incorrecta, los que tienen principios activos incorrectos, los empaquetados en envases falsos, los que son copias de productos originales, o los que presentan alto nivel de impurezas y/o contaminantes.
Los medicamentos falsificados suponen un riesgo inaceptable para la salud pública, pues pueden causar daños a los pacientes y no ser eficaces en el tratamiento de las enfermedades a las que se destinan. Por naturaleza, resultan muy difíciles de detectar, ya que en su mayoría están hechos para que parezcan idénticos a los productos genuinos. Aunque a menudo resultan ineficaces como tratamiento, pueden no causar reacciones adversas obvias, dificultando aún más la identificación del problema.
Es por ello que, ser conscientes del riesgo que supone adquirir medicamentos por vías no seguras y de los peligros para la salud que entrañan los medicamentos falsificados, es indispensable para mantenerse al margen de este fenómeno. Sin olvidar algo fundamental para ponerse a salvo, como es tener una actitud responsable respecto a la adquisición y el uso de los fármacos. Sin dudas, dos buenas maneras de no incurrir en el consumo de medicamentos falsificados.

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