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El optimismo y el extraño caso de la hiena sonriente

6 de diciembre de 2013

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Ustedes ya saben que la motivación o automotivación es la tercera competencia emocional intrapersonal, la cual posee otra cualidad que se agrega a las ya abordadas -recuerdan que ya hablé de la motivación del logro, el compromiso y la iniciativa- y esta cualidad que me falta es el optimismo, que es una característica humana muy conocida, admirada y a veces envidiada por quienes no la poseen y aquí por supuesto que viene el ejemplo de vaso medio lleno o el vaso medio vacío para describir a los optimistas y a los pesimistas. Recuerdo el caso de dos maestros que tuvieron la misma cantidad de suspensos en el examen y uno se refirió a este hecho con tristeza al decir que tuvo X cantidad de estudiantes insuficientes y el otro habló con alegría que tuvo X cantidad de aprobados, aún cuando ambos se referían a un mismo hecho, lo cual muestra las diferencias individuales. Pero para saber que terreno pisamos les digo que el optimismo es la persistencia en la consecución de los objetivos a pesar de los obstáculos y los contratiempos, por lo que no es tan sencillo este asunto, porque imagino que muchos estarán pensando que existen quienes son optimistas a ultranza, aún cuando no tengan razones para ello, pero ¡cuidado! porque no podemos olvidar las individualidades, el nivel de aspiraciones, las metas  de cada cual que están presentes en la determinación de las diferencias y que nos dificultan entender a otros que habiendo logrado un éxito menor (que para uno mismo puede ser visto como un fracaso) son felices y están llenos de emociones positivas y optimismo, lo cual los hace personas motivadas. Claro que no se descarta -además de las diferencias individuales- que hay optimistas cósmicos, alucinados como yo los llamo que suelen andar despegados del mundo y poseen un optimismo no válido, como también hay otros que no son capaces de despegarse del fatalismo desesperanzador del pesimismo aún cuando hayan logrado hacer una caminata por suelo lunar, porque a lo que aspiran es a hacer una fiesta de disfraces en el planeta Marte, con fuegos artificiales y globos de colores. Por lo tanto, voy a profundizar en el verdadero optimismo, y en primer lugar está la validez del logro obtenido o lo que se quiere logar y como las emociones positivas nos dan las fuerzas y la presencia de ánimo que nos mueve a avanzar y superar las dificultades que se presentan, lo cual es muy diferente al popularmente optimista que cree que la estrellas, lo que dice su horóscopo o Papa Noel le van a  ayudar y en eso basan su optimismo, aún cuando no actúan en pos de sus metas, dejándolo todo en manos de fuerzas exotéricas y aquí claro que no hay un verdadero optimismo, y está el otro caso que mira demasiado a la distancia, con propósitos demasiado complejos o muy distantes a sus posibilidades, lo cual lo lleva a una permanente sensación de fracaso. El asunto estriba en la capacidad de seguir adelante, ajustando las velas según el viento (parafraseando a alguien) y creo que la  palabra ajuste tiene mucha importancia porque el optimista puede sentir el fracaso, entristecerse ante los inconvenientes, frustrarse e incluso puede sentirse transitoriamente derrotado y sin deseos de continuar, pero después que está en condiciones de reorganizarse, analiza, reconstruye, revalúa y vuelve a la lucha. Es este el verdadero optimista y no el que tiene la cabeza en las nubes y cree que el maná va a caer del cielo. Pero la verdad que no sé como clasificar a la hiena, que ya saben… vive en casa de las quimbambas, tiene sexo una vez al año, come carroña y pese a todos se ríe así que me pregunto ¿andará bien de la cabeza? ¿No necesitará un psicólogo? O ¿será la gran optimista? La verdad que no me lo puedo imaginar.

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