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El mundo al revés

23 de noviembre de 2018

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Lamentablemente, nos equivocamos con harta frecuencia porque actuamos de forma paternalista con las personas que cometen errores, y nuestra primera intención es justificar, entender, tolerar y me refiero a cualquier situación de la vida, ya sea en la casa con el hijo indisciplinado, en el trabajo con el que incumple una tarea, en el barrio cuando un vecino arroja deshechos en el lugar incorrecto, y es que manejamos mal nuestras emociones y tendemos a creer que la tolerancia es buena y no estamos dispuestos a enfrentar, criticar, sancionar, castigar en primera instancia porque “todos los equivocamos y tenemos derecho a una segunda oportunidad”.

Estoy en total desacuerdo con este tipo de actuación, y no es que yo apoye la conducta perversa y sádica de andar con un garrote, golpeando, sino de lo que estoy segura en que ninguna conducta, buena o mala debe dejarse pasar sin la respuesta que merece, y de la misma manera que hay que elogiar, premiar, reconocer, felicitar la conducta buena, ya sea del hijo que obtuvo una buena calificación escolar, la limpieza de su habitación, la ayuda que prestó a un anciano vecino al limpiarle el patio, que al colega o subordinado en el trabajo realizó una tarea X con eficiencia, que reorganizó la oficina para un mejor funcionamiento, y así podría poner muchos otros ejemplos, también se debe ser igualmente asertivo para enfrentar las malas actuaciones sin temor a ser catalogados de extremistas, de malas personas, de intolerantes. ¿Por qué? Pues porque si permitimos de inicio una indisciplina, hay una tendencia a creer –incluso exigir– que seamos tolerantes en las subsiguientes.

Me creo –enfáticamente– una persona con buena capacidad de entendimiento y aceptación, de encontrar las razones de las equivocaciones, sin embargo, también tengo claro el hecho de que hay situaciones que no son admisibles y precisan de críticas, sanciones; no obstante encuentro con mucha frecuencia que situaciones que incluso están reglamentadas, se incumplen y cuando quiero ejercer el derecho de sancionar, recibo críticas de otros, como en el caso de estudiantes que cometen fraude, colegas que no cumplen con su trabajo, y en no pocas veces he tenido fuertes discusiones. ¿Qué sucede? ¿Cuáles son las consecuencias de una tolerancia extrema?

Hay que tener muy bien definido cuáles son los límites entre lo que es bueno y lo que es incorrecto y las consecuencias que lleva, por ejemplo, a que un hijo no asista un día a la escuela para irse a la playa con los amigos o que no recoja su cama, o el colega que no llegó temprano al trabajo un día porque se quedó dormido a que no llegue temprano el día en que hay una reunión muy importante que estaba prevista hace tiempo y cuya participación era esencial, porque si las consecuencias de la irresponsabilidad afecta a otros, echa a perder el trabajo de otros, recarga a otros, hace quedar mal a otros, no se obtiene resultados buenos por lo que el esfuerzo de los demás no ha servido de nada, entonces no es para nada excesivo que esa persona tenga como primera sanción ser expulsado.

Tal vez lo más malo de todo es que la excesiva tolerancia, esa que no se basa en el entendimiento de que cualquiera se equivoca, sino la que se caracteriza por una permisibilidad extrema y encuentra con frecuencia justificaciones como se oyen; “es muy joven, inexperto, no lo sabía, tiene que madurar, todos nos equivocamos, no lo hizo con mala intención” entonces cuando los errores y las malas actuaciones se repiten porque esa persona se siente con impunidad por culpa nuestra y del poco control, entonces se escucha decir “pero ¿cómo es que no se dieron cuenta de esta situación? ¿Por qué dejaron que se llegara a estos extremos? Y siempre con el “ustedes” y no el “nosotros” y es ahí donde a mí se pueden olvidar mis capacidades emocionales y me da un estallido de emociones negativas porque al final, después de un camino de espinas se quiere hacer lo que se debió desde el principio ¡Y lo peor! es que se critica, se señala y hasta se quiere sancionar a los que trabajaron bien porque el trabajo no se hizo bien Por eso me pregunto ¿Acaso vivimos en un mundo al revés?

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