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El Mariano secreto

6 de septiembre de 2013

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Mariano Rodríguez

La Galería La Acacia ha ofrecido en estos días de verano una singular muestra, titulada “Mariano Rodríguez en Contemporáneo”.
Cuando el espectador penetra en la sala es recibido por el contenido de cuatro carpetas de dibujos que el artista realizó durante los años 40 y 50 del pasado siglo. En los correspondientes a la primera de estas décadas, muy marcados por la influencia de Picasso y de ciertos modos de hacer del muralismo mexicano, están esos elementos figurativos que tendemos a asociar con la etapa juvenil de Mariano: desnudos femeninos voluminosos, de curvas rotundas, colocados en interiores o en patios ocultos, relacionados con frutas, vegetación, peces y ambientes marinos. Se trata de conjuntos equilibrados, que trasuntan paz, sensualidad, goces secretos.
Los correspondientes a los años 50, especialmente en torno a 1955, registran un cambio estético apreciable: la figuración se hace más elemental, predominan los trazos a tinta con tendencia a la abstracción. Si la huella de Picasso no se ha perdido del todo, esta comparte su sitio con remembranzas de Miró y quizá Kandinsky. A veces estamos ante piezas que hacen pensar en el dibujo infantil y hasta en el garabato. Mariano deja a un lado las rutas que lo han hecho más conocido y se abre a lo nuevo, aunque nunca pierde su sabor.
Estos dibujos no solo son importantes por el disfrute que por sí mismos pueden proporcionarnos, sino porque permiten tener una apreciación más integral de su derrotero artístico, así uno de ellos parece un boceto preparatorio para el mural “El dolor humano” que realizó en el vestíbulo del edificio del Retiro Estomatológico, en L entre 21 y 23, donde hoy radica la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana, en 1954.
En la siguiente sala se nos ofrecen fragmentos de pintura mural que el artista había creado en los muros de su estudio y que recientemente fueron removidos de ese sitio por especialistas en conservación y restauración, empleando para ello las técnicas del stacco y el stappo. Uno de ellos, el mayor, alude a la llegada de Colón a América y fue pintado como proyecto de algún mural mayor en torno a 1992, cuando se celebró el V Centenario del Descubrimiento de América o Encuentro de Dos Culturas, como también se le llamó. Se trata de una obra que reconstruye la imagen convencional del Almirante tomando posesión del Nuevo Mundo, su imagen tiene algo de grotesca y contrasta con la gracia de los aborígenes que le rodean, con sus frutos y animales. En una parte de la obra hay una evidente alusión al personaje del Quijote.
Otros fragmentos, menos pretenciosos, nos remiten a los temas de siempre de Mariano: gallos, frutas, vegetación.
Esta exposición, que no tenía una voluntad retrospectiva, ha sido una llamada de atención sobre un creador que recientemente celebró su centenario, pero que todavía reserva sorpresas a los estudiosos de su obra y al público en general.

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