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El libro de los héroes

26 de julio de 2013

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Pablo Armando Fernández / Foto: Alexis Rodríguez

Celebramos este año las seis décadas del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes. No es necesario enfatizar en este espacio la importancia no sólo histórica, sino social y cultural de tales hechos, pero no está de más señalar su impronta en la poesía cubana. Basta con recordar los textos que a tal suceso dedicaran Jesús Orta Ruiz “El Indio Naborí”, Manuel Navarro Luna, Carilda Oliver Labra, Justo Rodríguez Santos, Cintio Vitier, sin olvidar la hermosísima página en prosa “El 26 de julio: imagen y posibilidad” redactada en 1965 por José Lezama Lima para ser publicada en un número especial de La Gaceta de Cuba. Sin embargo, hoy queremos recordar de modo muy especial todo un volumen en el que los hechos de aquel día tienen singular relevancia, se trata del Libro de los héroes de Pablo Armando Fernández.
Este es tercer poemario publicado por dicho autor, nacido en Delicias, hoy provincia Las Tunas, en 1930 y quien, para la fecha había sido ya periodista y diplomático. Pablo Armando había colaborado durante su exilio en Estados Unidos con el Movimiento 26 de Julio, como lo demuestran sus poemas en torno a 1958. Recogió numerosísimos testimonios de la prensa y verbales sobre el ataque al Moncada, las características de sus héroes, anécdotas personales de cada uno, sus rasgos éticos más relevantes y sumándolos con otras historias de la lucha clandestina, compuso con ellos un volumen en cuatro partes, que puede ser leído como un único y largo poema.
Lo más llamativo en este texto de Pablo, quien es hoy Premio Nacional de Literatura y una de los voces fundamentales de la poesía cubana, es que no procura, como es usual componer un texto épico, marcado por el lado militar de la acción, sino que va a los motivos, a las razones éticas del suceso, para hablarnos de lo más humano de los héroes.
El libro, que obtuvo mención en el género poesía en el Premio Casa de las Américas en 1963 y fue publicado por la editorial de esta institución al año siguiente, está lleno de textos conmovedores como “La mirada de Abel”, “Norma” y el soneto “Oímos la tojosa”.
A pesar de sus valores, este volumen resulta todavía poco conocido para el público lector. Ofrecemos a ustedes a propósito de esta conmemoración, uno entre los muchos poemas del conjunto: “Veintiséis del cincuenta y nueve” que rememora una visita del autor a la casa de Frank País, en la primera celebración de los asaltos, tras el triunfo revolucionario:
Entra en la casa que mudó de calle
donde hubo en algún tiempo rumores
de una fiesta.

 

Hasta el regreso las cosas están solas.
Vuelve a su calle
y hombres a caballo cantan.
Entra la multitud, aquel vasto silencio,
la propia voz del alma vuelve a casa.
Hombres
y niños que siempre quiso recordar.
El ámbito preciso de la ternura,
los amigos de un destierro de noches
y lenta niebla, apenas un susurro.
Mil y dos y tres mil hombres cantan…
Mira y es él quien falta por volver.

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