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El histórico Semyorka

9 de febrero de 2024

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El 9 de febrero de 1959, la Unión Soviética anunció que el misil R-7 “Semyorka” ya estaba operativo como proyectil balístico intercontinental (ICBM). La URSS lo había previsto como contraparte del estadounidense XB-65 “Atlas”. Para desarrollar la primera versión del R-7 se necesitaron cuatro años de ingente trabajo (1953-1957), más otros dos en la fase operacional. Lo importante para la ciencia es que, gracias al R-7, se obtuvo la plataforma balística necesaria para poner en órbita circunterrestre al primer satélite artificial de la Tierra (Sputnik-1, 1957), al primer ser vivo (Laika, 1957), al primer vehículo terrestre en órbita heliocéntrica próxima a la Luna (1959, Mechta/Luna-1), y al primer vehículo espacial tripulado (Vostok-1, 1961, Yuri Alexeievich Gagarin), además de otra larga sucesión de primicias que jalonaron la “carrera espacial”.

Concitó perplejidad e inquietud que el R-7 fuera capaz de elevar una carga útil de 5,5 toneladas, o llevarla a 8 800 km de distancia, convertido en vector de una ojiva termonuclear o “bomba de hidrógeno” muchísimo más pesada que una bomba de fisión o bomba atómica de primera generación.

Finalmente, la meteorología decidió un factor esencial del R-7: su diseño con dos etapas en tándem y todos los motores encendidos al despegar, alternativa elegida ante el temor de que los propergoles (keroseno y oxígeno líquido) no hicieran ignición si se intentaba encender los motores en el aire tenue más allá de la estratósfera.

Como todo proyecto, el R-7 acumuló fracasos y victorias. Sesenta y cinco años después, la historia no recuerda a sus creadores como artífices de un arma infernal, sino como brillantes forjadores de la tecnología espacial.

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