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El gran valor que José Martí le concedió a la amistad

14 de noviembre de 2014

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José Martí calificó a la amistad como el crisol de la vida y también destacó que no se pueden hacer grandes cosas sin grandes amigos.
En diferentes etapas de su vida expuso consideraciones en relación con lo que para él representaba tener amigos.
Por ejemplo  en uno de sus  Versos Sencillos expresó:

 
Si dicen que del joyero
Tome la joya mejor,
Tomo a un amigo sincero
Y pongo a un lado el amor.

 
Además en sus Versos Sencillos conformado por 46 poemas que creó en 1890 y que fueron agrupados y editados en forma de libro al año siguiente él destacó:

 
Tiene el leopardo un abrigo
En su monte seco y pardo,
Yo tengo más que el leopardo,
Porque tengo un buen amigo.

 
Más allá de hacer referencia al tema de la amistad en el citado poemario Martí igualmente comentó en trabajos periodísticos y en cartas el valor que le concediese a la existencia de los amigos.
En un trabajo publicado en la Revista Universal el 12 de agosto de 1875 destacó que la amistad es tan hermosa como el amor y agregó: “… es el amor mismo, desprovisto de las encantadoras volubilidades de la mujer.”
Durante su breve pero fecunda vida él estableció, mantuvo y desarrolló sólidas relaciones de amistad con personas que le eran afines.

Precisamente uno de sus más grandes amigos fue Fermín Valdés Domínguez, a quién conoció desde la infancia, puesto que fueron compañeros de estudios, y otro fue Juan Gualberto Gómez con quién inició una amistad fructífera tras haberse relacionado con él durante su estancia en La Habana entre 1878 y 1879.
Incluso Juan Gualberto se convirtió en un cercano y eficiente colaborador de Martí cuando en los años iniciales de la década del noventa, en el siglo XIX, él se hallaba trabajando en forma tesonera en lograr la más pronta reanudación de la guerra por la independencia de Cuba.
Martí también mantuvo una gran amistad con otras significativas figuras como fueron los casos del Generalísimo Máximo Gómez y el Mayor General Antonio Maceo y Grajales.
Cabe recordar que en las cartas que les escribió a Gómez y a Maceo, respectivamente, se puede apreciar que  más allá de la relación necesaria y respetuosa que se pudo establecer para llevar adelante un objetivo tan supremo como la guerra por la independencia de Cuba, también había una amistad, basada y desarrollada, por supuesto, sobre la base de una identificación política y sustentada, además en principios acerca del modo de actuación más correcto de los seres humanos.
Martí contó con otros grandes amigos y colaboradores. Incluso él en ocasiones utilizó la poesía para en forma original dirigirse a varios de ellos a través de lo que se identifica como Cartas Rimadas.
Una de esas Cartas Rimadas fue la que le dirigió el 21 de febrero de 1895 a Serafín Sánchez, en la que le hizo el siguiente comentario en torno a la situación que padecía el pueblo cubano bajo el dominio colonial español:

 
De tanto ver padecer
Sin ver cómo consolar,
Y tanto amargo llorar
Donde no lo dejo ver;
De tanto esperar en vano
Con el corazón deshecho
Que le vuelva el alma al pecho
Al triste pueblo cubano.

 
Por supuesto no es posible dejar de tener en cuenta y destacar que uno de los más relevantes amigos de Martí fue  el mexicano Manuel Mercado.
Ellos se conocieron a la llegada de Martí a Ciudad México en el mes de febrero de 1875. Mercado era vecino de los padres de Martí y fue con Mariano a recibir al joven a su arribo a la capital mexicana.
En los días posteriores comenzó a desarrollarse la amistad entre Martí y Mercado. Éste que  era una persona influyente y respetado fue quién le hizo las gestiones para que Martí pudiera  relacionarse y trabajar en la Revista Universal de México, publicación en la que logró desarrollar una activa labor como periodista.
En 1877 Martí se marchó de México, pero la amistad con Mercado se mantuvo, sobre todo mediante cartas. A Mercado fue a la persona que Martí más le escribió. En la actualidad  hay casi centenar y medio de misivas que él le dirigió y que fueron conservadas primero por el propio Mercado y después de su fallecimiento por sus hijos.
Sobre la relación mantenida por José Martí con Manuel Mercado a través de dichas cartas, y lo que ello significó para propiciar el desarrollo de la amistad entre ambos, el doctor Cintio Vitier manifestó en la introducción al libro José Martí correspondencia a Manuel Mercado, editado por el Centro de Estudios Martianos y DGE Ediciones, en el año 2001: “…las cartas de Martí a Mercado constituyen el lugar donde su experiencia histórico-social y su intimidad se entrelazan, se interpenetran, se funden, avisándonos de una relación entre pathos e ideología que tal vez encierra el mayor secreto estilístico de estas cartas y de todas las cartas confeccionadas de Martí. A medio camino entre la sensación, el sentimiento y el pensamiento, hay un punto que ni el poeta –decidido partidario del corazón- ni el orador, dominado por el Eros de la elocuencia, ni el ensayista o articulista doctrinario, pueden apresar.”
En las cartas que Martí le escribió a Mercado le trató múltiples temas, desde cuestiones de tipo personal y familiar hasta aspectos de carácter político relacionados con su gran anhelo de lograrla reanudación de la guerra por la independencia de Cuba y que ésta a su vez contribuyera a defender y afianzarla alcanzada por otros pueblos y a propiciar el necesario equilibrio del mundo.
Amanera de ejemplo señalo que en la que le dirigió desde Nueva York el 11 de agosto de 1882, le aseguró: “Fortalecer y agrandar vías es la faena del que escribe.”

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