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El funcionamiento

4 de enero de 2019

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auto-organización

 

La palabra funcionamiento la usamos mucho, porque queremos que nos funcione bien el aire acondicionado en pleno verano, o que el transporte esté bueno para llegar temprano a tal o más cual lugar; que ande bien la empresa que trabajamos (y aquí es muy vasto y casi imposible de enumerar las áreas de funcionamiento); que trabaje bien el laboratorio al cual vamos a hacernos exámenes médicos; que en la escuela de los niños sea correcto el manejo educativo; en fin, que la vida nos funcione bien, lo cual es de un nivel de complejidad y de individualidad que habría que escribir tratados de muchos tomos para poder dar una visión de este tema lo mejor posible, pero no es para nada mi interés –ni tengo capacidad– hacer tamaña hazaña, así que reduciré el asunto y me ocuparé del funcionamiento de las relaciones interpersonales, que tampoco es asunto pequeño, por lo que solo compartiré algunas ideas.

En primerísimo lugar, hay que ser capaz de construir relaciones sobre bases que permitan su buen funcionamiento y como es mejor ejemplificar para hacerme entender y no aburrir, hoy tomaré a la pareja amorosa para este fin. Para que la pareja “funcione” hay que saber escoger o ¿acaso no han conocido hombre y mujeres que de antemano se comprometen en una relación amorosa a sabiendas que no va a funcionar?

Para que una relación amorosa funcione hay que construir la propia relación no solo sobre el gusto físico y la satisfacción sexual (que es muy importante y central pero no suficiente) ya que como dice una colega, por mucho sexo que se tenga, no será más de una o dos horas diarias y como el día tiene 24 horas, se dedica mucho más tiempo a los demás aspectos de la vida social, los intereses que se deben compartir, la preocupación por el otro, salir, conversar, realizar las labores domésticas, compartir con el resto de la familia, reunirse con amigos, hacer ejercicios, salir de compras, y estoy segura que me faltan muchas más actividades que se hacen a dúo, por lo que no voy a seguir y me voy a dedicar a lo importante de todas ellas y es que hay que tener muchas cosas en común para realizarlas y que la pareja funcione, o si no póngase a pensar: la pareja quiere salir a pasear el sábado en la noche. ¿Adónde van? A él le gusta una discoteca y a ella el ballet, ¿qué hacer? Porque seguro que estarán pensando que es imposible que dos personas tengan idénticos gustos e intereses y de ser así lo que escribo es pura utopía, por lo que voy a otro aspecto de la relación de pareja funcional y es el diálogo y la negociación que significa llegara a acuerdos para satisfacer a ambos, por lo que hay que aceptar ir un sábado a la discoteca y otro al ballet, porque si uno de ellos no accede porque “no me gusta el ballet” o “ya no somos adolescentes para andar de discoteca”, es muestra que no está funcionando la pareja.

Lo mismo ocurre con los gustos gastronómicos, almorzar con la suegra el domingo, recibir en la casa a la tía que vive en otra provincia porque tiene que atenderse con el médico. Pero no solo se puede llegar a la solución salomónica de un día ir a beber y otro a cultivarse en el teatro, sino que también como parte de un buen funcionamiento está el “cambio” que consiste en aceptar puntos de vista diferentes, entender la diferencia como parte de la relación, tolerar defectos, todo lo que lleva a que la pareja es una relación de aliados y no de contrincantes.

Por otra parte, no pueden existir “zonas vedadas o privadas” en las que el otro no puede intervenir como suelen ser los hijos con parejas anteriores, y donde no se pueden dar opiniones para no parecer una madrastra o padrastro entrometido y malvado, porque las personas nos casamos con “el paquete completo” y si no estamos dispuestos a afrontar todos (y son muchos) los retos que trae el vivir en pareja y que funcione.

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