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El flujo de los pensamientos y las emociones

17 de febrero de 2017

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Siendo una muy joven psicóloga recuerdo que tuve una paciente que tenía una ansiedad mantenida y que era la razón principal por la que asistía a mi consulta, y aunque yo estaba muy lejos en tiempo y experiencia de saber el real papel de las emociones en el desempeño exitoso o desastroso en la vida, le aconsejé que dedicara parte de su tiempo a alguna actividad que no fuera trabajar, estudiar, realizar las labores domésticas, en fin que buscara un pasatiempo. Esta sugerencia mía fue tomada como una verdadera locura (tal vez creyó que yo era la necesitada de ser sometida a psicoterapia) y la paciente se rió, alegando que ni tenía tiempo para perder, ni creía que fuera útil dedicarse a algo trivial como podría ser cultivar flores, cantar en un coro, aprender a tejer, practicar un deporte o cualquier otra actividad fuera de las que diariamente realizaba.

El consejo tenía como fin “salir” de su vida de obligaciones, prisas, tiempos límites para entregar un trabajo y permitirse ser ella misma. Este criterio de que no es necesario dedicarse un tiempo a la diversión realizando algo que no tiene que tener necesariamente el fin de ganar un salario o cuidar de la familia ha cambiado con el paso del tiempo y en la actualidad es una necesidad de los hombres y mujeres con mayores responsabilidades sociales, económicas y políticas, porque resulta de enorme utilidad para “hacer una pausa y estar con uno mismo” y de esta forma organizarse mentalmente a través de las emociones.

No es extraño escuchar que una mujer dice que la hora que dedica a correr, al gimnasio o a su jardín es un tiempo precioso que le permite estar a solas y pensar o simplemente permitirse la oportunidad de sentirse bien haciendo algo solo para ella y no estar en función de otros, lo cual le permite sentir como las emociones positivas fluyen dentro de sí y después está en mejores condiciones físicas y mentales para retomar el apresurado ritmo de la vida.

También he entrevistado a hombres con responsabilidades de dirección que dicen que su estado de ánimo es mucho mejor cuando comienzan el día, levantándose al amanecer y corriendo unos kilómetros, porque sienten que se llenan de energía y están mejor dispuestos a enfrentar las complejidades de su trabajo y conectan mejor con sus trabajadores, con mejor actitud para escuchar y entender los problemas que obligatoriamente son parte de su actividad diaria.

Y es que la vida moderna es sinónimo de presión y urgencia, obligándonos a estar más pendientes de las obligaciones, la tareas, las metas, atormentándonos porque no se puede hacer todo lo que debemos por motivos diferentes y obviamos que todo lo que hacemos se acompaña de estados emocionales –muchas veces negativos– que fluyen subterráneamente y que en un momento clímax, explota como un volcán en erupción, exponiendo de forma descontrolada la irritación, la molestia, la ansiedad, la ira. Por eso es que el director de la empresa estalla en cólera en un consejo de dirección ante una falla y la emprende a gritos contra sus subordinados, insultando, pidiendo explicaciones a gritos, y no pocas veces termina siendo llevado a urgencias por dolor en el pecho, que lo mismo puede ser un verdadero ataque cardiaco que una crisis de ansiedad.

Sin embargo, si aprendemos a tener conciencia emocional, o sea saber qué emociones estamos sintiendo y por qué, comprender los vínculos existentes entre nuestros sentimientos, palabras y acciones; conocer el modo en que nuestros sentimientos influyen en el rendimiento y tener un conocimiento básico de nuestros valores y objetivos. Entonces tomaremos muy en serio dedicar un tiempo a una actividad agradable, que aporte tranquilidad espiritual y nos permita lograr una buena sintonía entre pensamientos y emociones para conectar con la realidad con energía y fuerza.

Pruébelo y verá que tengo razón, y no diga que no tiene tiempo, porque esa es una excusa que he escuchado muchas veces y cuando me pongo a analizar con el incrédulo su agenda diaria siempre se ha encontrado tiempo, porque hay que aprender a delegar en otros, a no exigirse demasiado, y sin excepción, los que se preocupan por mejorar su conocimiento emocional me ha dado la razón en lo beneficioso que es darse tiempo a sí mismo.

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