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El dominó a lo cubano (II)

21 de febrero de 2022

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Muchas veces nos hemos preguntado para que sirven los enormes portales de las bodegas habaneras, si las mercancías se despachan adentro y las colas se organizan lo más cerca posible del mostrador”.

“Nos parecía realmente un desperdicio inútil de espacio y pensábamos que esos sombreados portales del Vedado, La Víbora y otros repartos podrían utilizarse, por ejemplo, para pequeñas ferias agrícolas, exposiciones y otras actividades productivas y culturales”.

“Eso pensábamos: pero hemos cambiado de opinión. Esos portales son perfectos para el dominó”.

Con estas palabras el escritor Enrique Núñez Rodríguez, lamentablemente ya desaparecido, proclamó su fidelidad al dominó, para muchos nuestro segundo deporte nacional, superado solo por la pelota.

Para Núñez Rodríguez, criollo por los cuatro costados, el dominó público, ese que se juega en nuestros barrios, era, sin duda, el clásico, el verdadero, al que calificó como una linda escuela de convivencia humana, claro… “¡Siempre que el contrario no se vire con el doble blanco!”

En Cuba cada ficha de dominó colocada, es siempre objeto de comentarios por los propios jugadores o por parte de los llamados sapos, que con frecuencia rodean la mesa de juego.

En casi todos los barrios de La Habana, desde los más refinados hasta los más populares, hay una mesa para jugar dominó. Los jugadores y los horarios varían según las posibilidades del tiempo libre.

No siempre el que gana es el mejor, pues aunque este juego requiere de inteligencia, poder de concentración y agilidad mental, también participan la suerte y el azar.

Parece totalmente definitivo el hecho de considerar de pésimo jugador quien, al comienzo, bota lo mismo el doblenueve que el dobleblanco.

Antiguamente sus fichas se hacían con ébano y marfil; hoy se fabrican incluso de forma artesanal con madera y hasta con plástico.

Para algunos especialistas el dominó en buen cubano no es un simple pasatiempo, es la apología de nuestra personalidad como pueblo y como individuos.

En fin, con respecto al dominó en nuestro país hay mucha tela por donde cortar, sin embargo, nadie puede desconocer, que el dominó a lo cubano es alborotador y alegre por excelencia, a tono con nuestro carácter.

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