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El dominó, a lo cubano (I)

10 de febrero de 2022

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Resulta fácil distinguir a los cubanos cuando juegan dominó, aunque se encuentren entre jugadores de otras nacionalidades, pues el dominó a lo cubano posee características muy propias de nuestra idiosincrasia: la fraseología típica y la gesticulación, la manera de hablar y el uso y abuso de los refranes.

Sin olvidar, por supuesto, que en lugar alguno como el nuestro los jugadores arman alboroto tan grande durante y después del juego.

Tal conducta provoca la justa molestia de los vecinos si la data se extiende hasta altas horas de la madrugada, como algunas veces sucede, lo que debemos de evitar para que nuestro pasatiempo no pierda su prestigio y se gane el calificativo de “buscapleitos”.

De eso se trata.

Como se sabe es difícil encontrar a un cubano que se quede en la luna de Valencia cuando oiga que a alguien le dieron dos pollonas, pues es harto conocido, desde el cabo de San Antonio hasta la punta de Maisí, que tales palabras significan, ni más ni menos, que al susodicho lo vencieron en dos ocasiones seguidas en el dominó.

Pues, aunque las reglas de dicho pasatiempo, establecen que no se puede hablar durante el juego y hasta se dice que lo inventó un mudo, les aseguro que en esta Isla, en cualquier hora del día y en cualquier época del año, nuestro dominó es bullanguero e irreverente por excelencia, a tono con la alegría natural del cubano.

Para nadie es un secreto que el dominó ha generado en nuestro país toda una fraseología popular, que entienden muy bien los jugadores, sin necesidad de utilizar los servicios de un intérprete.

Por ejemplo, “Blanquizal de Jaruco”, “caja de muerto” y “la puerca” se emplean para designar respectivamente, los dobles blanco, seis y nueve.

“Dar agua” es sinónimo de la acción encomendada a los perdedores cuando se encargan de virar y revolver las fichas.

¡Para qué seguir!… lo de las frases del argot dominosero en Cuba pica y se extiende.

El dominó es muy antiguo, tanto, que ya era conocido por chinos, árabes y egipcios desde tiempos lejanos.

Se cuenta que a mediados del siglo VIII los italianos lo llevaron a España y Francia. De ello se deduce que fueron los españoles quienes lo introdujeron en sus colonias.

Este añejo y universal juego cuenta en nuestra muy caribeña Isla con miles y miles de incondicionales, sin distinción de edades, credos, razas ni sexos.

Cierto que algunos todavía consideran el dominó como un juego machista porque presuponen que a las mujeres no les gusta tanto como las novelas

Pero esta tesis se desarma por sí sola ante las muchas de nuestras mujeres que lo mismo “trancan” y ganan o llevan ventaja hasta la última ficha.

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