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El doble reto de Llanes

19 de abril de 2013

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Desde la razón y la pasión, Julio M. Llanes se ha dedicado, a lo largo de las últimas tres décadas, a escribir fundamentalmente para el exigente e inteligente público infantil y juvenil. De ahí que ahora pueda exhibir una obra que se ha propuesto, y ha logrado, no sólo entretener, sino también aleccionar.
Escribir para los pequeños, como ya se conoce, es siempre un desafío para quien, a través de la fantasía, la ternura, el amor, quiera entregar un poema, un cuento, una novela, una pieza para la escena, que posibiliten que los niños y los jóvenes encuentren en esos textos motivo de placer y enseñanza.
Julio M. Llanes, quien es autor de más de una decena de libros y ha sido galardonado en varios certámenes literarios, no solo ha asumido, con talento, imaginación, destreza y habilidad, el reto de crear para quienes, en certero juicio del Héroe Nacional José Martí, son la esperanza del mundo.
Su empeño reviste, en realidad, mayor alcance, trascendencia y permanencia. Porque las narraciones de Julio M. Llanes, casi en su totalidad, se encargan de rescatar, evocar y enaltecer esas figuras que, por su acción y pensamiento, han quedado en la memoria histórica de la nación.
Celia nuestra y de las flores, su primer libro publicado en 1985, que dos años antes había recibido el Premio La Edad de Oro, en que se propone un hermoso y sensible acercamiento a la heroína revolucionaria Celia Sánchez Manduley, inaugura la bibliografía infanto-juvenil de tan incansable creador.
Otros próceres de la patria también le han preocupado y ocupado. El legendario Camilo Cienfuegos centra la historia de Canción para una sonrisa (1988), mientras que el luchador independentista Serafín Sánchez protagoniza Mi amigo Serafín (1991) y el Guerrillero Heroico es estudiado en Che entre la literatura y la vida (2008).
Como una joya de la literatura insular puede calificarse Sueños y cuentos de la niña mala (1996), emocionada recreación de un conocido poema de Raúl Ferrer, todo un canto a la hermandad y la solidaridad, un verdadero tributo a quienes consagran su vida al noble ejercicio del magisterio.
Con la novela para jóvenes Paquelé (2000) –libro, en opinión de la crítica, que marca un nuevo rumbo en la producción del escritor—, desde la realidad y la ficción, se reconstruye un pasaje de la triste y combativa historia cubana del siglo XIX, en días de esclavitud y de luchas por la libertad de la isla.
Otra de las obras de Julio M. Llanes para el lector juvenil se aparta de su tema recurrente. En la novela El día que me quieras (2001), editada dentro y fuera del país en varias ocasiones, se presentan, desde la contemporaneidad, las luces y las sombras de la relación amorosa entre dos adolescentes.
Le ha interesado, igualmente, develar facetas del legado de escritores como Gabriela Mistral, Nicolás Guillén y Dora Alonso. A esta última, por cierto, le dedica La princesa Doralina (2011), galardonado con el Premio Extraordinario Centenario Dora Alonso 2010 y el Premio La Rosa Blanca 2012.
Maestro de profesión, nacido en Yaguajay, en 1948, otro de sus aportes al desarrollo de las letras cubanas para los pequeños se relaciona con la organización, durante veintiún años, en Sancti Spíritus, de los Encuentros de Crítica e Investigación de la Literatura Infantil y Juvenil.
A su interés se debe, igualmente, el otorgamiento del Premio Romance de la Niña Mala, concedido en ese evento a creadores cubanos de diferentes manifestaciones artísticas y literarias, así como la preparación de varias selecciones de textos críticos e investigativos presentados en los citados encuentros.
“Fortalecer y agrandar vías –aseguraba el Apóstol— es la faena del que escribe”. Julio M. Llanes está convencido de tal precepto, que ha guiado su ejercicio literario, ese que ha consagrado, por varias décadas, a dos altos, necesarios y enriquecedores retos: escribir para niños y jóvenes y escribir de la historia de la patria.

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