ribbon

El cumpleaños 39 de José Martí

28 de enero de 2022

|

 

Rafael Serra y José Martí

 

El 28 de enero de 1892 Martí cumplió 39 años de edad. En la despedida de una carta del día anterior a su amigo, Rafael Serra, uno de sus más cercanos y eficaces colaboradores en las labores patrióticas, le dice así antes de su firma: “Por la noche, a eso de las nueve y media, cuando acabo la clase, véngame mañana, si puede, que sí ha de poder, a casa de sus amigos, que allí nos darán una taza de chocolate, y le tiene un abrazo, su hermano…”.

Serra era uno de los impulsores de la Sociedad Protectora de la Instrucción La Liga, en Brooklyn, donde Martí impartía clases para obreros tabaqueros emigrados, negros en su mayoría, fieles seguidores de las doctrinas del ideal republicano de igualdad entre los cubanos expresadas por quien ya llamaban su Maestro.

La invitación, obviamente, se relaciona con el cumpleaños martiano y es muy probable que al hablarle de la “casa de sus amigos”, se refiera a la casa de huéspedes de Carmen Miyares donde entonces residía Martí y en la que en más de una ocasión se habían efectuado reuniones y veladas literarias con sus amigos y personas de paso por Nueva York.

El invierno de 1892, y particularmente el mes de enero de 1892, fue muy frío en esa urbe, y Martí sufría, desde su viaje a Tampa y Cayo Hueso a finales del año anterior, de una sostenida afección respiratoria que le atacó la garganta y varias veces le impidió entregar su oratoria en aquellas localidades de la Florida y que le mantuvo en cama a su regreso a Nueva York. Sin embargo, sus cartas de esas semanas lo muestran activo y peleador.

Dos asuntos le ocuparon entonces, a pesar de sus escasas salidas. Uno que le entusiasmaba y que sería el centro de su vida desde entonces: la unidad patriótica para impulsar el combate por la independencia de la patria a través del Partido Revolucionario Cubano, cuyas Bases y Estatutos se habían aprobado masivamente y con entusiasmo por los clubes de emigrados de la Florida. El otro: el serio peligro para esa unidad que significaba la polémica motivada por la airada carta publicada en La Habana por Enrique Collazo, mambí de la Guerra de los Diez Años, en rechazo a los negativos juicios martianos en uno de su discursos acerca del libro A pie y descalzo, de Ramón Roa, también oficial patriota en esa lid. A los duros ataques personales de Collazo, Martí respondió ardorosamente a través del periódico El Porvenir, de Nueva York, dejando abierta la puerta para una reconciliación en la pelea por la libertad.

La política orientada y seguida por Martí para unir a los veteranos del 68, a los emigrados y a los cubanos de la Isla no podía permitir que los primeros se consideraran desestimados.

Ambos asuntos acapararon la atención de Martí, quien buscó el apoyo de la emigración de Nueva York y de otros lugares de Estados Unidos y la aprobación de los documentos fundamentales del Partido para alcanzar su fundación. Oficiales de la primera guerra residentes en Cayo Hueso como Fernando Figueredo, quien ya había aprobado desde inicios de 1892 la unitaria ejecutoria martiana, y Manuel Sanguily, en La Habana, intercambiaron letras con él en aras de hacer adelantar la imprescindible unidad.

Estoy seguro de que aquella noche del 28 de enero 1892, con tos, casi sin voz, seriamente preocupado, Martí trató estos temas en aquella reunión de amigos y se tomaron decisiones para segur empujando las fuerzas hacia la unidad en el Partido Revolucionario Cubano. Las humeantes tazas de chocolate aliviaron del frío, y con el calor de sus almas aquellos patriotas renovaron el apoyo al liderazgo martiano y se marcharon tras el abrazo al enfermo. Creo que, por encima de sus malestares físicos, Martí entró feliz a sus 39 años de edad para continuar la batalla por la patria libre.

Galería de Imágenes

Comentarios