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El cuerpo parlante

14 de agosto de 2015

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pareja (Small)En este espacio he escrito muchas cosas sobre las emociones; sin embargo, no recuerdo haber compartido con ustedes la forma en que el cuerpo expresa lo que siente, o sea, del lenguaje corporal y cómo, sin decir palabra se puede mostrar que emoción o sentimiento nos embarga en un momento.
Existen códigos generales para identificar en otra persona si siente amor, ansiedad, tristeza, ira, felicidad, sorpresa, vergüenza, repulsión y cualquier otra emoción, y tanto es así que cualquiera de nosotros podemos “diagnosticar” a personas que no conocemos y que por casualidad nos cruzamos en la calle o en cualquier otro sitio. Y les voy a contar lo que me pasó esta mañana, que mientras estaba parada en una fila esperando para entrar a una tienda, y como se sabe que resulta molesto y hasta agobiante ese tiempo de espera, pues para entretenerme me puse a observar a las personas que caminaban por la muy populosa Calzada de 10 de Octubre, en la capital habanera, y ahí divisé a un joven de unos veintitantos años que con el brazo por encima de los hombros de una mujer que le doblaba la edad, caminaba por la acera, y no me cupo duda que entre esas dos personas había un vínculo de amor, porque así me decían sus movimientos y todo su cuerpo y pensé que eran madre e hijo, porque inicialmente me dejé llevar por la evidente diferencia de edad, hasta que seguí mirándolos y me percaté que la forma en que se relacionaban ambos cuerpos no era muestra de amor filial, sino de amor de pareja, y me pregunté: ¿qué he visto para llegar a esta conclusión? Y encontré rápido la respuesta, ya que solo dos gestos y una mirada fueron suficientes; los gestos fueron la forma en que él le quitó el brazo, dejándolo caer lentamente por la espalda, rozándosela con la palma de la mano y cómo ella le acarició un brazo, y la mirada que ambos compartieron que no fue la de la dulzura filial, sino la de respiración contenida con carga de deseo.
No hay que ser psicólogo para conocer e identificar estas maneras de hablar del cuerpo, porque con la observación y la experiencia que se acumula en la vida uno puede definir lo que el cuerpo dice. Así es fácil saber cuándo dos personas tienen una relación amorosa furtiva, aún cuando traten de ocultarlo, porque las personas se ponen torpes y tratan de no mirarse, de no hablarse, se muestran rígidos, poco habladores o excesivamente conversadores, quedándose sin saber qué hacer con las manos, en fin, que se portan extraños, y más si el esposo o esposa están presentes, levantando sospechas. También existen otro tipo de códigos y estos son los personales, o sea, uno conoce al familiar, al amigo, a quienes forman parte de nuestras vidas, por lo que cuando el hijo entra por la puerta con una cara diferente, con gestos bruscos, enseguida nos damos cuenta que algo desagradable le pasó o si está muy hablador y complaciente, brillándole los ojos, diagnosticamos de inmediato que está enamorado. Y si del rostro se trata, hay manuales que explican cientos de expresiones en las que solo se ha movido ligeramente un músculo, permitiendo saber que está sintiendo e incluso si está mintiendo, si la persona es de confiar, si trata de esconder lo que siente, etc., y para esto hay profesionales que se preparan mediante entrenamientos que le permiten realizar este tipo de evaluación con diferentes fines como es en las entrevistas laborales, interrogatorios a testigos o presuntos delincuentes, o sea, donde se precisa conocer realmente a otra persona, pero no por lo que dice -que se sabe que la lengua puede andar por el camino que quiera-, sino a través de lo que difícilmente nos puede engañar que es el cuerpo, ese que habla sin palabras.

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