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El Cristo de La Habana. Alturas de Casa Blanca

2 de agosto de 2013

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El Cristo de La Habana

A comienzos del año en curso finalizó la restauración capital del Cristo de La Habana, trabajos que por su rigurosidad y maestría fueron reconocidos con el Premio Nacional de Arquitectura; prestigioso reconocimiento otorgado al equipo de arquitectos, restauradores y obreros todos, que pusieron lo mejor de sí para el rescate de la colosal escultura que se levanta en lo alto de esta colina, aproximadamente a 51 metros de altura a vinel del mar, donde quedó inaugurado el 25 de diciembre de 1958.

El Cristo, Inauguración, 1958

Se considera la mayor escultura al aire libre realizada por una mujer: la escultura cubana Jilma Madera. El modelo en yeso realizado de tres metros, estaba bien proporcionado para poder agrandarlo oportunamente y llevarlo a las dimensiones definitivas; como ganadora del concurso convocado para la realización de esta obra, tomó el dinero recibido y adquirió en Italia el mármol para conformar los  12 estratos horizontales y las 67 piezas que se imbrican en el interior.

El tiempo transcurrió y viéndose afectado en algunas de sus partes, se abrazó la idea de restaurarlo, porque eran muy severos los daños causados por el intemperismo, la contaminación ambiental y los fenómenos climáticos que en más de una ocasión lo afectaron, como las descargas eléctricas durante las tormentas ocurridas en distintas épocas que fueron debilitando la escultura y poniéndola en grave peligro. La ausencia de un pararrayos desde los inicios lo hizo blanco de los rayos que impactaron la cabeza y el codo.

El Cristo, obras de restauración

Los trabajos de restauración se extendieron dos años para quedar concluidos a finales de diciembre de 2012. Posteriormente se comenzó a trabajar en la iluminación del monumento y el área que lo rodea. Entre las empresas que participaron en este proceso de restauración están fundamentalmente las empresas de la Oficina del Historiador, la Dirección de Proyectos de Arquitectura y Urbanismo, el grupo de Diagnóstico, la Empresa de Producciones Cabildo, Puerto Carena, y otras empresas como ATRIO.

El Cristo de La Habana no tiene los brazos extendidos, porque su autora “prefirió que recibiera al visitante con la fuerza de la mirada, y con la mano en el corazón”. Lo concibió de 20 metros de alto, considerando la poca elevación que ofrecía la colina de La Cabaña, oponiéndose abiertamente a las propuestas de quienes querían que fuera mayor que el Cristo del Corcovado en Brasil. Sus peculiares rasgos lo hacen distintivo: labios gruesos, rostro sereno, manos fuertes, en el pecho se le ven los dorsales, así lo modeló Jilma, con los pies firmes en la tierra calzando unas sandalias de meter el dedo, las mismas que ella usaba y que tomó como modelo, porque a la hora de esculpirlo tampoco empleó patrón alguno, sino que se inspiró en su ideal de belleza masculina, de ahí que esta imagen no fuera canonizada.

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