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El cortisol elevado y el estrés

8 de enero de 2016

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El cortisol es una hormona esteroidea o glucocorticoide, secretada por la glándula suprarrenal en respuesta al estrés y a un nivel bajo de glucocorticoides en la sangre. Se le ha descrito como una adrenalina de bajo grado, ya que esta hormona ayuda en situaciones de “lucha o huida”, pues su función es convertir rápidamente las fuentes de energía almacenadas en el cuerpo en energía utilizable.
El cortisol se secreta de forma natural en el cuerpo durante todo el día. El pico de su concentración se presenta a las 8 am, indicándole al cuerpo que es hora de salir de la cama y empezar la actividad. A lo largo del día los niveles de cortisol bajan constantemente, hasta alcanzar su nivel más bajo entre las 8 y 10 pm, tiempo en que el cuerpo se prepara para el sueño reparador.
Los valores normales de cortisol en una muestra tomada a las 8 de la mañana son de 6 a 23 microgramos por decilitro. Niveles más altos de lo normal pueden indicar la presencia de condiciones patológicas como la enfermedad de Cushing, en la cual la hipófisis produce demasiada hormona corticotropina debido al crecimiento excesivo de dicha glándula o a un tumor en ella; el síndrome de Cushing ectópico, en el que un tumor por fuera de la hipófisis o las glándulas suprarrenales es el responsable de la producción excesiva de corticotropina, o un tumor de la glándula suprarrenal responsable de la producción de cortisol en demasía.
Por el contrario, los niveles de cortisol disminuidos se asocian a la enfermedad de Addison, caracterizada por insuficiente producción de cortisol en las glándulas suprarrenales; el hipopituitarismo, donde está ausente la señal de la hipófisis a la glándula suprarrenal para producir suficiente cortisol, así como la inhibición del funcionamiento normal de la hipófisis o las glándulas suprarrenales a causa de la administración de medicamentos glucocorticoides.
Al ser esta una hormona producida por el organismo en casos de estrés o en situaciones de excesiva actividad física y mala alimentación, es comprensible que los casos de aumento de los niveles de cortisol pongan en evidencia que se trata de un proceso que es un método de defensa del organismo, ya que en estado de shock el cortisol ayuda a actuar rápidamente, en caso de hambre obliga a buscar comida y en caso de actividad física excesiva incrementa la fuerza.
Por su parte, la elevación crónica del cortisol es extremadamente perjudicial para la salud de una persona. Esta se ha relacionado, pero no limitado, a: fatiga adrenal, desequilibrios hormonales, enfermedades del corazón, niveles excesivos de glicemia y niveles elevados de colesterol.
Los niveles de cortisol elevados pueden estar causados principalmente por el estrés, los estados depresivos y/o la ansiedad. Además de esto, también puede ser resultado de tensiones en el entorno personal y del estrés físico provocado por una lesión o traumatismo.
Como resultado del estrés, nuestros cuerpos producen cortisol en demasía y esto conduce a que se experimenten problemas para conciliar el sueño, que el sistema inmunológico también se vea más resentido, dejándonos más vulnerables frente a las infecciones, que se presenten niveles de glucosa en sangre anormales, o incluso que se acumule más adiposidad en la en la región del abdomen, los glúteos y las caderas.

 

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Para la mayoría de las personas, el estrés es un hecho de la vida y aún si se practica ejercicio físico y se sigue una alimentación saludable, el estrés elevado y crónico no solo puede bloquear la pérdida de peso, sino que también puede contribuir a su aumento.
Si se quiere controlar el cortisol, algunas soluciones que se deberán aplicar son: regular el estrés con mayor relajación, comer mejor, evitar situaciones estresantes y no tomar fármacos. Un consejo que no por repetido deja de ser efectivo, es el que recomienda comer como un rey a la hora de desayunar cuando el cortisol está alto, como un príncipe al almorzar cuando los niveles empiezan a reducirse y como un mendigo en la cena, cuando el cortisol está bajando. También es importante evitar saltarse comidas, ya que los períodos de ayuno estimulan la liberación de cortisol.
Aunque parezca inverosímil, las investigaciones demuestran que hacer dieta constantemente puede hacer que los niveles de cortisol se eleven hasta en un 18%. Además, cuando hay picos en los niveles de cortisol, el azúcar en sangre se descontrola, primero subiendo y luego cayendo en picada. Por ello, lo más adecuado es hacer tres comidas y dos meriendas saludables, espaciadas uniformemente a lo largo del día, para que el nivel de azúcar en la sangre se mantenga constante.
Para reducir el estrés, la estrategia más eficaz es dormir las horas necesarias. El cuerpo percibe la falta de sueño como un importante factor de estrés, por lo que lo más recomendable es dormir entre 7 y 9 horas cada noche.

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