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El cónsul José Martí

31 de julio de 2020

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Retrato de Martí hecho en Washington, 1891. Según el patriota puertorriqueño Sotero Figueroa, por los días en que sesionaba la Conferencia Monetaria Internacional Americana, en la que Martí representaba a la República de Uruguay.

Retrato de Martí hecho en Washington, 1891. Según el patriota puertorriqueño Sotero Figueroa, por los días en que sesionaba la Conferencia Monetaria Internacional Americana, en la que Martí representaba a la República de Uruguay.

 

Los finales de julio de 1890, hace 140 años, trajeron noticias agradables para el Maestro, que le significaban un reconocimiento a su persona y también más trabajo del que ya tenía. El 24 de julio el presidente argentino lo nombró cónsul de su país en Nueva York y seis días después firmó igual nombramiento el mandatario paraguayo. Ambas disposiciones se sumaban al desempeño de similares funciones consulares para el gobierno uruguayo, de manera interina durante algunos meses de 1884, y en propiedad desde el 16 de abril de 1887.

Razones de mucho peso determinaron a los dos gobiernos ribereños del río de La Plata a tomar esa decisión casi simultáneamente. Es muy probable que los representantes de ambos estados a la Conferencia Internacional Americana de Washington, efectuada entre noviembre del año anterior y abril de 1890, hayan influido en esas determinaciones, pues tuvieron más de un contacto personal con el cubano en Nueva York y en la misma capital estadounidense. Así, pudieron apreciar in situ las capacidades de trabajo y la experiencia de quien ya era cónsul de Uruguay, gozaba de amplio prestigio en la comunidad hispanoamericana de la gran urbe industrial y financiera, se relacionaba con diversos sectores sociales del país y cuyo amplio conocimiento de la realidad norteña lo venía exponiendo desde años atrás en su crónicas para los diarios de nuestra región.

Ambos países sudamericanos, sobre todo Argentina, buscaban aumentar el comercio con Estados Unidos, pero sin afectar sus variadas y largas relaciones de todo tipo con Gran Bretaña, a la vez que deseaban hacer sentir sus propios intereses ante la nueva potencia emergente en el norte del continente que parecía favorecer a Brasil, un rival en varios campos. Y la sistemática denuncia martiana de la creciente postura expansionista y hegemonista de Estados Unidos hacia el centro y el sur de América, particularmente en sus escritos sobre la Conferencia Panamericana, seguramente daban confianza en que su nuevo representante en Nueva York defendería siempre a esas naciones.

La selección fue acertada. Varios informes redactados por Martí a solicitud de aquellos gobiernos demuestran la dedicación y seriedad de sus análisis y su honestidad en el manejo de los fondos aportados por los servicios consulares. El de Uruguay lo designó para representarlo en el Congreso Monetario Internacional Americano, que tuvo lugar en Washington entre febrero y abril de 1891, donde se destacó como el delegado de mayor número de intervenciones, siempre frente a la postura de Estados Unidos que pretendía crear una moneda única para todo el continente, por lo cual fue seleccionado para la comisión que emitió un dictamen desfavorable a esa pretensión, redactada por el propio Martí. Sin dudas, la acción martiana fue decisiva para hacer fracasar aquella intención inadmisible para la soberanía económica de Nuestra América.

Sin embargo, a pesar de la evidente simpatía hacia Martí en las cancillerías de los tres países sudamericanos, el 11 de octubre del mismo año de 1891 Martí presentó su renuncia al consulado argentino según consta en documento con su firma. Es muy probable que ese mismo día o en cercana fecha posterior haya procedido igual respecto a los consulados paraguayo y uruguayo. El motivo fue el ataque de la prensa española de Nueva York y la acción de la diplomacia peninsular para presentar el discurso patriótico martiano del 10 de Octubre ante la emigración cubana en aquella ciudad como algo incompatible con un funcionario de países con relaciones diplomáticas con España. Uruguay retuvo la renuncia, prueba de su aprecio por el desempeño consular del cubano, pero este la ratificó en marzo del año siguiente.

Desde su cese como cónsul, Martí dedicó todos sus esfuerzos a unir a los patriotas cubanos y a preparar la independencia de la patria.

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