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El conservadurismo y la espontaneidad

8 de diciembre de 2017

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conservador (Small)

 

Si mal no recuerdo, en el mes de abril dediqué dos artículos a lo que se le ha denominado como “los virus de la empresa” y que no son más que características negativas que entorpecen la dinámica laboral, las relaciones interpersonales, la productividad y por supuesto, afectando los resultados que se deben alcanzar. Hay bastantes de estos virus, pero hoy voy a retomar uno de ellos y lo voy a contraponer con otra cualidad valorada como positiva.

Me refiero en primer término a la resistencia al cambio, siendo una manifestación del conservadurismo, o sea, aquellos que consideran que si algo se ha hecho de una forma durante años ¿para qué cambiarlo? y más si ha tenido éxito. En contraposición, voy a analizar la espontaneidad, una cualidad muy valorada en la actualidad porque son ideas nuevas, frescas, que no se apegan a caminos trazados de antemano, incluso puede llegar a ser tan aventurero que rompe con lo establecido. Crear, pensar de diferente manera es bueno, magnífico, porque considerar que lo que se ha hecho de una forma con éxito se debe mantener es como creer que andar en coche de caballos es mejor que el automóvil, ya que es más barato –la comida del animal es más barata que el combustible–, es más seguro porque son menos los accidentes y otras razones puede decir el resistente al cambio.

Lo que acabo de decir no lo inventé yo, sino que fueron algunas de las explicaciones que en su tiempo daban los opositores al avance, y esta es la palabra clave; el avance, porque la espontaneidad es parte del avance, del cambio y por lo tanto, del desarrollo. Sin embargo, ¿es totalmente negativo el conservadurismo y completamente buena la espontaneidad? Yo creo que hay algo cierto; nada es totalmente negro o totalmente blanco, así que con esto quiero decir que hay que ver y analizar todo en su contexto, porque con respecto al conservadurismo hay que diferenciar entre lo viejo y lo antiguo, pues puede parecer lo mismo, pero no lo es. Lo viejo es lo que ha caducado, lo que ya no funciona o funciona mal, y lo antiguo es lo que, pese al tiempo que tiene de “vida” contiene valores y cualidades que pueden mantener vigencia. Un ejemplo es el pupitre escolar que es antiguo, se inventó hace muchos años, pero sigue siendo útil, y funcional, o sea, mantiene su vigencia, por lo que me parece que lo bueno de lo conservador es la funcionabilidad y la actualidad que mantiene y puede ser una idea, una publicidad, un equipo tecnológico, una técnica quirúrgica, etc. y que de ninguna manera, pese a ser antigua, está en contra de la innovación.

Por otra parte, la espontaneidad es arriesgada, aporta aires de cambios, sin embargo, también hay peligros en esta cualidad tan valorada en la actualidad y es que entraña peligros como la improvisación, o sea, aventurarse sin tener un plan estudiado bien y por lo tanto, sin haber previsto los riesgos y las posibilidades de fracaso. La espontaneidad debe cuidarse de la ingenuidad, de creer que el mundo laboral es fácil y que una idea “bomba” puede cambiar totalmente un sistema que lleva años funcionando y que está compuesto por personas que conocen su trabajo, eso solo pasa en loa filmes de Hollywood, que aparece alguien con una idea nueva y deja a los expertos con la boca abierta, porque lleva a la empresa el éxito de forma fulminante.

La espontaneidad no está empañada de posturas e ideas caducas, que es lo mejor que aporta, y aquí he llegado al punto de convergencia entre el conservadurismo y la espontaneidad: lo importante es sustituir lo caduco por lo nuevo, pero conservando la experiencia y logros de lo que se ha hecho durante tiempo, y lo espontáneo logra superar lo viejo, lo inoperante, pero tiene que aprovechar y nutrirse de la práctica, criterios, conceptos que funcionaron, y no es más que la convivencia útil entre lo antiguo y lo nuevo, y si no están convencidos, piensen que el abuelo y la abuela suelen dar consejos excelentes a los jóvenes, quienes lo incorporan a sus vidas de forma nueva, pero sin perder la esencia.

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