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El Circo-Teatro Villanueva I

7 de noviembre de 2014

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Claudio Martínez de Pinillos, Conde de Villanueva

La historia del sitio, donde radicó por mucho tiempo la fábrica de tabaco La Corona, se remonta mucho antes de la construcción del edificio erigido por la American Tobacco Company a inicios del siglo XX. Sus antecedentes se relacionan con una de las instituciones de recreo más importantes del siglo XIX y hechos históricos de la época que marcaron un hito en la historia de Cuba: el Circo-Teatro Villanueva y el acontecimiento conocido como “los  sucesos del Villanueva”, respectivamente. Estaba situado en la manzana comprendida entre las calles de Zulueta, Colón, Morro y Refugio, en el barrio de La Punta, cuyo número por Zulueta era entonces el 10.
Como bien afirma el historiador Carlos Venegas en su estudio La urbanización de Las Murallas: dependencia y modernidad, al referirse al Reparto, “…no debe olvidarse que existía un proceso normal de aparición de nuevos servicios sociales –hoteles, teatros, cafés, salas de baile y otros-, de modernización del mobiliario urbano y de las áreas de recreo público, que se produjo en sus mejores expresiones en la céntrica zona verde, y no puede explicarse de modo exclusivo e independiente de las situaciones que el crecimiento de la ciudad y su mayor complejidad para cumplir las funciones exigidas imponían inexorablemente. Esta circunstancia fue más notable en los nuevos establecimientos de concurrencia pública, desprovistos por sí mismos de toda intención simbólica o monumental, pero que acogieron las más amplias muestras de una sociedad inconforme con el régimen colonialista español.”

02Este circo-teatro de madera, según Venegas, fue de menor jerarquía, comparándolo con otros como el Tacón, pero a la vez decisivo para la definición del centro. “Situado dentro del glacis, la estructura del Circo-Teatro de Villanueva acogió espectáculos de tono menor y bailes de libre concurrencia. Allí subieron a escenas sainetes y obras del género bufo, portadores de la caricatura social de los más diversos y conocidos tipos habaneros. Su público fue tan popular como el contenido de las representaciones, y de la modesta sala iba emergiendo un nuevo y peculiar sentido escénico, más apropiado al carácter cubano”. Fue armado con tablas, entre otras razones, porque las autoridades coloniales no permitían que se alzaran edificios sólidos y permanentes en sitios que pudieran defender la ciudad por esos puntos como la zona de las murallas. Estas construcciones debían desarmarse con facilidad en caso de ataque enemigo, y además, la corona española no indemnizaba a los propietarios, así quedaba dispuesto hasta en las Reales Órdenes.
Según los asientos del Registro de la Propiedad, esta finca pertenecía a Don Miguel Nins y Pons, natural de Gibraltar, de 53 años y vecino de La Habana, quien la adquirió por título de compraventa a la Real Hacienda, mediante escritura del 27 de mayo de 1848, sin embargo, otros historiadores dan como fecha de construcción del teatro la de 1846, como Venegas, y Jacobo de la Pezuela afirma que fue inaugurado el 12 de febrero de 1847. Es decir, que aún sin precisar el año, por la proximidad de los mismos, fue alrededor de esta época que el Villanueva abrió sus puertas.
Así lo describe Pezuela: “Era un teatro amplio, pero sencillo, con una sala interior distribuida en dos órdenes de palcos abalconados, anfiteatro y filas de lunetas. Fue inaugurado el 12 de febrero de 1847, con el nombre de Circo Habanero y en él se albergaron lo mismo los bufos cubanos, que grandes compañías de operas, prestidigitadores y acróbatas”. Con capacidad para 4 300 concurrentes, en él se despidió del publico el famoso actor cubano Francisco Covarrubias, quien uniendo el nombre del Villanueva al Teatro Principal en la Alameda de Paula, donde hizo su debut, compuso los siguientes versos: “Es mi destino patente que un circo fuera mi oriente y otro circo sea mi ocaso.”

Teatro Villanueva 1
En 1853 el Circo Habanero, que así se nombraba entonces, fue objeto de una gran remodelación, y se le rebautizó con el nombre de Teatro de Villanueva, en homenaje al Intendente de Hacienda, Claudio Martínez de Pinillos, Conde de Villanueva, fallecido en aquel momento. Precisamente el 24 de mayo de ese mismo año murió su propietario Don Miguel Nins y Pons sin haber otorgado testamento, por lo que se promovió su juicio abintestato y, según la Ley de Enjuiciamiento Civil, fueron declarados por únicos y universales herederos sus hijos Don Nicolás, Luis, Emilia, Micaela, Francisco, José Miguel, Juana, Petronila, Federico y Don Francisco Nin y Colbard, todos menores de edad y Doña Emilia, esposa del licenciado Don Gabriel Rodríguez.
En dichas particiones se adjudicó la finca de este número, y otras más, la viuda Doña María Francisca Colbard y Coloma en pago de sus gananciales, valorando ésta en 44 858 pesos, 72 centavos con la obligación de reconocer el haber de cada uno de sus menores hijos con el interés del 6% anual que les abonaría cuando no estuviesen a su abrigo.

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