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El cine-teatro Payret

12 de septiembre de 2014

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Antes de su demolición en la década de 1950Ubicado en una céntrica esquina del otrora Reparto Las Murallas, Prado y San José, se levanta majestuosa una de las instituciones de recreo más importantes surgidas con el nacimiento de la anterior urbanización de finales del siglo XIX: el cine-teatro Payret.
Don Joaquín PayretSu propietario, cuyo apellido le dio nombre por el que desde entonces se conoce, llegó de Cataluña con el afán de construir una obra memorable y lo logró intentando impregnar el edificio de las innovaciones de su época, para lo que hizo importar desde Europa partes del mismo que le aseguraban su protección, especialmente contra incendios. Según el historiador Carlos Venegas, la prensa de la época  hace constar que para ello Payret  “…importó una extraordinaria armadura del Palacio de la Industria, en Bruselas. La cubierta de hierro del Teatro Payret resulta ser una imitación de la utilizada en Barcelona poco antes para cubrir el edificio de la Compañía Terrestre y Marítima… y … utilizó un moderno sistema de ventilación, para dar a la sala una temperatura regulada”.
Las obras del teatro fueron encargadas a un maestro de obras, también catalán, Fidel Luna.  Para quien había sido discípulo del  ingeniero Idelfonso Cerdá y participante en el ensanche de Barcelona, no le era difícil otorgarle a la nueva construcción novedades y características que sobresalían en su momento de ejecución, como la esquina achaflanada y un jardín lateral con verja hacia el incipiente Parque Central, y por otra parte, imprimirle también un sentimiento de reafirmación peninsular ante la creciente oposición criolla.
Se inauguró el 21 de enero de 1877 y en 1878 se le llamó Teatro de la Paz, con motivo  a la reciente tregua propiciada por la Paz del Zanjón en medio de la guerra hispano-cubana. No obstante, fue bautizado para la historia como Teatro Payret.
Con toda su amplitud, más de 50 lunetas, y sobrada distinción, este negocio de Joaquín Payret resultó ser un fracaso hasta el punto de llegar a perderlo. Payret había invertido en su nuevo proyecto  todo el dinero de la venta de sus comercios que no pudo recuperar en el tiempo oportuno, llegando así a pesar sobre él $ 60 000 de hipoteca. Desde su fundación una serie de acontecimientos fatales rodearon la vida de este carismático lugar, como un duelo a muerte celebrado en uno de sus salones, la maldición de una amante despechada del enamorado catalán, así como el derrumbe en agosto de 1882, después de fuertes aguaceros que le hicieron perder el chaflán de la esquina y  su airoso parterre, exponentes de una  singular solución de fachada, cuya novedad  permitía facilitar los giros de los carros en una intersección tan concurrida como esa.

El Payret en 1877Permaneció cerrado a partir de entonces y en 1890 estaba casi en ruinas. Después de tasado tres veces, fue sacado por la Hacienda a pública subasta, y luego de varias concesiones, finalmente quedó en manos del Dr. Anastasio Saaverio y Barbales, quien fuera médico montañés y alcalde interino de La Habana, y la persona que llegó a terminar la obra de reconstrucción para inaugurar una buena temporada de ópera.  La primera obra de este género con que el Payret reabrió sus salas fue La Favorita, dirigida por Carlos Anckermann. Al morir el Dr. en 1915, el teatro siguió en manos de los herederos de éste y es administrado por diversos representantes con aciertos y prosperidad hasta 1948 en que recorre otros avatares.

Interior del edificio antiguoFue el otrora “rojo coliseo”, como se le solía llamar por el color que predominaba en su diseño interior, escenario de actuaciones relevantes como la del tenor aragonés Antonio Aramburu; las picarescas obras cubanas del género vernáculo como “La Danza de los Millones”, “El Patria en España” y “La Isla de las Cotorras”, entre otras, esta última éxito taquillero que hizo eco en los anales del teatro habanero.
Otro diálogo importante tenía lugar en este sitio entre las tablas y la pantalla, pues junto a la presentación de los más variados géneros  de actuación estaba la exhibición de una importante cinematografía silente, especialmente cubana, desde principios del siglo XX. En lo adelante se convertiría en el mayor exponente de películas en castellano, principalmente de España, México y Argentina, cuando estaban en los comienzos de su industria y luego en la época de oro de estas producciones. Es por ello que el Payret llegó a conocerse como la “Catedral del Cine Español”, recogiendo lo mejor del cine de habla hispana.

El Payret a inicios del siglo XIXEl  9 de mayo de 1948 el teatro Payret cerró sus puertas para iniciar una nueva etapa de reconstrucción en manos  de los arquitectos e ingenieros Ernesto y Eugenio Batista y Adolfo Arellano. La prensa de aquellos años reflejaba en sus artículos la desazón de La Habana ante la pérdida de tan querido lugar: “…el teatro Payret es cada unos de los habaneros; y cuando desaparezca se habrá llevado entre sus escombros y restos, mucho de cada unos de nosotros…”  En septiembre de 1951 se reabrió el Payret con  una gran función a beneficio de la Liga contra el cáncer.
El lunetario dividido en tres bloques era también de color rojo y sus pasillos fueron diseñados con holgura suficiente. Tanto las  localidades de la platea como las del balcón se colocaron de modo que cada una de ellas tuviera una visual fácil y total del escenario y la pantalla. Hay en la decoración del vestíbulo y la sala, obras de la escultora Rita Longa: la figura de la ilusión, situada al centro de la pared del vestíbulo y las musas inspiradoras de la creación escénica, representadas en relieves, de línea ágil y estilizada, y colocadas a cada lado del escenario. Se utilizó el equipo de proyección más moderno que había, de tres proyectores de 35 mm, lámparas de alta intensidad y lentes de gran diámetro. Junto a éste, el equipo de sonido, RCA, el más potente y lujoso, con bocinas de alta fidelidad cuya eficacia se completaba con la acústica sala.

El Payret actual (Custom)Esta vez el programa de inauguración comprendió el estreno del filme Pequeñeces y la presentación de un gran show integrado también por la orquesta Habana Casino, dirigida por el maestro Rodrigo Prats, y el Conjunto Los Chavales, entre otros. “Como edificio y como teatro, Payret es todo un ejemplo de belleza y de eficacia, que acrece la importancia de La Habana desde el punto de vista arquitectónico y teatral”. Con esta frase elogiosa finalizaba su comentario acerca de la reapertura del Payret en 1951, J.M. Valdés-Rodríguez, periodista de La Marina. Hasta nuestros días el cine-teatro Payret ha continuado sus funciones con variadas actividades que lo han convertido en un verdadero complejo cultural.

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