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El Banco Nacional de Cuba: del esplendor al ocaso

30 de junio de 2021

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Años 1960

Banco Nacional 1960

 

Aquel que había pretendido fungir como Banco Nacional de Cuba, poco disfrutaría de la última expansión de su edificio. La Comisión Territorial de Liquidación Bancaria en mandamiento expedido en 2 de julio de 1921, dispuso se hiciera constar en el libro de Incapacitados y en las fincas y derechos que aparezcan inscritas a nombre de dicha Sociedad Anónima, la declaración de suspensión de pagos, decretada el 11 de abril de ese año, a los efectos del artículo 30 de la Ley de 24 de junio de 1911.

En el expediente de apremio, seguido por la  Administración de Contribuciones e Impuestos de la Zona Fiscal de Oriente de esta Capital contra el Banco Nacional de Cuba, por débitos del Impuesto del 8 % ascendente a 203 590 pesos, 19 centavos, utilidades obtenidas en el año social vencido el 31 de diciembre de 1920, se dictó por la Administración de Rentas e Impuestos de la Zona Fiscal de Oriente de esta Capital, providencia con fecha 19 de octubre de 1922, por la que se ordenó embargo de bienes muebles, semovientes, frutos, rentas del deudor, embargando esta finca  por la cantidad de 203 590 pesos 19 centavos más el 15 % de recargas y costos.

En 1919, se liberó el control impuesto por el gobierno norteamericano, y la elevación de los precios del azúcar le otorgó a la Isla un período de bonanza económica, que pasó a la historia como la “Danza de los Millones”. Todos los precios subieron. En 1920 el azúcar llagó a cotizarse a 0.22 centavos la libra. Según crecía el ritmo de la zafra azucarera, así lo hacía también el negocio bancario.

Sin embargo, a la vez que ésta se regodeaba en su apogeo, la alarma causada por el anuncio de la escasez del azúcar, provocó que las refinadoras norteamericanas compraran el producto sin calcular sus límites, al extremo, que cuando su precio comenzó a decaer, impróvidamente a finales de 1920, todo negocio apreciado a la altura del valor de la producción también decayó. El azúcar tuvo que venderse a un precio inferior al de su costo. Sobrevivió la crisis. 1921 señalaba el fin del “gran baile”.

En este año la ruina tapizaba el país, no obstante, los potentes bancos estadounidenses sobrevivieron a dicha crisis, destacándose The National City Bank of New York, el cual se apropió del Banco del Carlos Zaldo y controló apropiadamente 50 ingenios en todo el país. Este banco, The Royal Bank of Canada y The Bank of Nova Scotia, se beneficiaron en parte con el escollo económico, lo que indudablemente les fue posible gracias a su intervención en el negocio azucarero. Como acreedores hipotecarios muchas colonias pasaron a la propiedad de estos bancos, así la bancarrota de aquellos hacendados les permitió resistir los embates de la depresión económica. A la sazón, la banca norteamericana controlaba casi el total de la industria azucarera.

Por su parte, la banca nacional se vio grandemente afectada. Sus empréstitos no se recuperaban con el bajo precio del azúcar; de nada había servido el gravamen de los campos de caña y los almacenes de azúcar. Los ahorristas comenzaron a extraer sus fondos por el temor de perder sus intereses y en los bancos decayeron las operaciones. Se les hacía imposible afrontar la crisis y más aún sin respaldo exterior. Tampoco solucionaron el problema de exigirles a sus deudores el pago inmediato de las cuentas, la política de crédito a corto plazo que ellos mismos habían alentado se lo impedía al no poder realizarse en tales condiciones.

El presidente Mario García Menocal, que había sido reelegido en 1916, maniobraba con los contrastes de una etapa millonaria y otra de crisis. La Ley de Moratoria Bancaria, dictada por él para aliviar el pánico de los ahora prestamistas – adeudados, solo retardó la quiebra inminente. Esta fue acelerada luego con dos leyes que exigían a los bancos el pago de sus deudas a un corto plazo: la Ley del Cese de la Moratoria y la Ley de Liquidación Bancaria. Con la primera, los bancos cubanos no pudieron cumplir al no tener efectivo que se lo permitiera, y la segunda, acentuó la dependencia de Cuba a los Estados Unidos, pues la banca norteamericana sí pudo defenderse del caos y salir ileso de la crisis.

Muchos bancos cerraron, entre ellos el Banco Internacional, el Banco Español y el Banco Nacional. Ahora el poder de las finanzas quedaba totalmente absorbido por la banca extranjera, principalmente la estadunidense, de modo que crecía el número de oficinas de estos consorcios y disminuían las nacionales, a pesar de incluir bancos pequeños, cajas de ahorro y casas en general de pocos aportes financieros.

En medio de esta situación se vio envuelto el que hasta entonces había operado como Banco Nacional de Cuba. En el curso del primer semestre de 1920, sus activos totales aumentaron en un 66 %, pero esta institución se complicó con las especulaciones de su mayor accionista José López Rodríguez, más conocido por Pote. De origen gallego, llegó a Cuba a finales del siglo XIX, sin saber leer ni escribir. Estudió por las noches y se hizo licenciado. Compró una carretilla para vender libros por la calle, luego alquiló una librería y la liquidó ganando con ello 13 000 pesos. De España transportó un buque cargado de libros, arruinando así a los demás libreros. Fue Pote el gran fundador de La Moderna Poesía, pero además del negocio editorial, emprendió operaciones bursátiles. Como principal accionista del Banco Nacional, fomentó el Reparto Miramar, compró la fábrica de cemento El Almendares y el Central España. Entre las principales maniobras de este especulador destaca el haber adquirido 25 001 acciones del total de 50 000 con que contaba el Banco Nacional, nada más y nada menos que con préstamos concedidos por el mismo. Pote se suicidó, en 1921 al creerse arruinado, dejando una herencia de 11 000 000 de pesos.

Fue un proceso largo en el que actuó la Comisión Territorial de Liquidación Bancaria, la cual, en 1926, adjudicó al Estado Cubano varios bienes y pertenencias del Banco Nacional de Cuba, entre los cuales figuraba este edificio, habiéndose tasado los bienes transferidos al mismo en el precio alzado de siete y medio millones de pesos, según consta en los asientos del Registro de la Propiedad.

Muchos bancos quebraron. En algunos casos, los ingresos en efectivo apenas lograron cubrir los gastos de la administración judicial, y en otros, se agotaron luego de pagar a los acreedores preferentes. Esto último le sucedió al Banco Nacional ya que pagó el 20 % de sus obligaciones porque el gobierno, uno de sus acreedores preferentes, transigió a favor de los acreedores secundarios. Solo le quedaba el esplendor y la magnificencia de la obra arquitectónica.

 

Sede de la Secretaría de Hacienda, años 1950

Sede de la Secretaría de Hacienda, años 1950

 

Desde 1921, y hasta 1966, el edificio del antiguo Banco Nacional de Cuba fue sede de la Tesorería de la República y Secretaría de Hacienda, función que identificó al inmueble durante la primera mitad del siglo XX. Después de la Revolución de 1959 muchos técnicos y profesionales abandonaron el país, llevando a la urgencia de crear nuevas escuelas. De ese modo, el edificio del Ministerio de Hacienda fue utilizado temporalmente como Instituto Tecnológico para alumnos becados y externos. En 1962 se le llamó “Julián Grimau”, en homenaje al líder antifranquista fallecido en ese año. La escuela, durante su permanencia en el mismo, contó con las siguientes instalaciones: cocina, comedor, talleres, aulas, almacenes, enfermería, oficina para la Dirección, laboratorio, teatro, barbería, peluquería, modista, salón de recreación y albergues. Los dormitorios estaban en los pisos 6 y 7.

 

El edificio utilizado como tecnológico década de 1960

El edificio utilizado como tecnológico década de 1960

 

Luego del Primer Congreso del PCC se creó el Comité Estatal de Finanzas y Precios, el cual desarrolló sus funciones en esta sede desde 1977, pasando la escuela a otro local.

En 1994, el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros estableció por el Decreto Ley No. 147 la reorganización de los Organismos de la Administración Central del Estado y creó el Ministerio de Finanzas y Precios que funcionó en la céntrica esquina de Obispo y Cuba hasta el año 2017. Actualmente se estudia para que pueda asumir las funciones de alojamiento.

De acuerdo a las Regulaciones Urbanísticas para el Centro Histórico La Habana Vieja, el inmueble identificado como Antiguo Banco Nacional de Cuba posee Grado de Protección II. Esto significa –según el artículo 39 del capítulo VIII del Decreto No. 55 del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, de 29 de noviembre de 1979, “Reglamento para la Ejecución de la Ley No. 2 de Monumentos Nacionales y Locales”– que está considerado como un: Bien cuya conservación está subordinada a previas alteraciones parciales o al carácter no excepcional de los mismos, y que por tanto podrán sufrir modificaciones o adaptaciones controladas.

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