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El anciano que vive en soledad

2 de enero de 2015

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residencias-ancianosLe damos la bienvenida al nuevo año, y continuamos con este ciclo dedicado al anciano y su integración no solo a la entrada en esta etapa de la vida sino también a la familia y a la sociedad, y habían quedado pendientes dos aspectos que estaremos profundizando en estas dos primeras de enero, el primero centrado en el anciano que vive en soledad y el que cierra este ciclo, y la presencia dentro de esta edad, cómo asumirla.
Se registra el caso del anciano al que le ha tocado vivir solo. Hay dos tipos de soledades, aquellos que disfrutan y les gusta su soledad, y otros que no se resignan a vivirla. En uno y otro caso, las soluciones que les ofrecemos son validas; por qué en nada le afectaría propiciar momentos de compañías tanto a los que la desean y disfrutan, como aquellos que no la desean.
En el caso de los que viven solos, no quiere decir que tengan que llegar al extremo de salir a la calle y buscar por compañía a cualquier persona, que lejos de aliviar su soledad les pueda traer problemas muchos más graves, a veces, sin solución. De esos casos, los ejemplos sobran, y  los más conocidos, son los ancianos que han llevado a un conocido o desconocido, familiar o no, para compartir su vida y se ha convertido en un enemigo potencial dentro de su propio hogar.
Otro aspecto está estrechamente relacionado con el acto de la alimentación, y es que con frecuencia, la persona que vive sola, deja incluso de alimentarse correctamente porqué sustenta argumentos tan ilógicos como aquellos de “cocinar para mí solo”, “hacer una ensalada para mí solo”, “preparar una mesa para comer solamente yo”, y en fin, toda una serie de argumentos muy lejos de la propia realidad. Muchas veces, decimos: “…Para que limpiar la casa si aquí nadie viene a visitarme y estoy yo solo”, o “Para qué ir a un cine solo o a un paseo”. En síntesis, se hace un sinónimo de la soledad con el dejar de vivir.
Una importante premisa en la vida de cualquiera de nosotros, en la necesidad constante de elevar los niveles de auto estima, que significa el querernos a nosotros mismos, independientemente de que queramos a otros y esos otros nos puedan querer a nosotros. Si usted no es capaz de quererse a sí mismo, no será capaz de querer a los demás. Si una madre solamente piensa en su hijo, o una abuelita vive exclusivamente para su nieto, dejará de quererse a sí misma y por ello, en la medida en que le dedique más tiempo a ese ser querido se irá olvidando de ella misma, centrará su vida en el semejante y jamás pensará ni hará nada por mejorar su vida tanto física como mental y espiritualmente.
Si usted vive en solitario, deberá arreglar su casa con igual motivación y amor con que lo puede hacer quien vive en compañía, porqué usted necesitará un ambiente lo más agradable posible para sentirse acompañado, al menos, de ese ambiente agradable y cómodo que usted ha sido capaz de auto crearse para su bienestar físico y mental. La siembra y el cuidado de las plantas, la presencia de un animal afectivo, las flores, y muchos otros recursos, le darán confort, belleza y sobre todo compañía en su soledad.
Aunque se viva en soledad, es importante preparar sus alimentos con extremado amor, con el balance en nutrientes requerido, deberá poner su mesa con mantel o doyle y servilleta, y si en el momento de la alimentación llegara un vecino o amigo, pues será un verdadero motivo para compartir lo que tiene, en el supuesto caso de que sea posible compartirlo, porque no sólo estará compartiendo sus alimentos, sino sus ideas, sus problemas, sus alegrías y sus tristezas, porqué se propiciará un buen momento para conversar y compartir con esa persona que ha llegado invitada o de improviso.
Lo anterior no quiere decir  que quién viva en soledad tiene que compartir siempre el momento de la alimentación con otra persona, pero es una opción dentro de muchas más, como puede ser las invitaciones con antelación, o el aceptar invitaciones y hasta la posibilidad de comer fuera, en algunas ocasiones, tanto solo como en compañía.
Lo anterior contribuye a ocupar su tiempo en cosas agradables, solamente el hecho de pensar lo que cocinará en el día, el preparar sus alimentos con igual amor, lo mismo cuando es para usted solo que cuando es motivado por la presencia de una visita, todo esto, no solo hará su vida más agradable, más ejercitada y más saludable sino que será un forma más de quererse a sí mismo y de contribuir a una sana y adecuada alimentación y nutrición.
Existe la opción de los paseos con grupos de personas que hemos ido conociendo, precisamente a partir de nuestras salidas en solitario, la llamada por teléfono oportuna, la carta escrita a una amistad o un ser querido lejano, y en muchas ocasiones, en nuestra plena soledad el recordar con alegría los momentos felices y más agradables vividos en compañía de otros que ya no están entre nosotros, pero no con ese pesimismo de que cualquier tiempo pasado fue mejor, sino que cualquier tiempo pasado es diferente al presente, pero uno y otro, tiene sus encantos y sus desencantos, que pueden convertirse unos y otros, en aprendizajes, experiencias y bueno, en lo vivido, lo que se vive y como dice la canción, lo que nos queda por vivir..
Lo importante es en primer orden, adaptarse a nuestra realidad y sobre la base de nuestros deseos y sin olvidar los de los demás, tratar siempre de encontrarle un sentido a la vida que pueda proporcionarnos esa felicidad, esa tranquilidad tan necesaria, para la manutención de un estado de salud y un estilo adecuado de vida. La ancianidad no es motivo para dejar de vivir,  producir, mejorar nuestra calidad  de vida, perfeccionar el estilo de vida, contribuir a la felicidad de los demás y a la nuestra,  presumir, cuidar nuestra imagen, y sobre todo, brindar, recibir y auto proporcionarnos amor y felicidad.

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