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El amigo VEF

6 de junio de 2015

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vefAbre los ojos. Se incorpora lentamente por si algún órgano, músculo o hueso se le ha ido de lugar durante el sueño. Está completa y el acostumbrado dolorcillo en la cadera le avisa que está viva. Un nieto burlón le comentó que el anciano que al despertar se siente con las fuerzas de un adolescente, no se ha dado cuenta que dormido se encaminó al otro mundo. La mano busca al amigo en la mesa de noche. Conecta al patrimonial radio soviético y el tic tac le da los “buenos días”. Reconoce a los locutores de turno ese día en el Matutino. Pocas son las noticias que le interesan porque los significados de las palabras guerra, muerte, hambre, le han abierto huecos en la retentiva. Solo quiere el sonido de las voces que la acompañarán al baño, a la cocina, a la toma solitaria del desayuno.
Cada día el VEF le pesa más en el traslado de un lugar a otro. Y su espanto mayor es que un día se le vaya de las manos. No porque en la caída pueda partirle un pie, sino porque se pueda hacer pedazos. Ya el mecánico del taller le dijo que se le habían acabado los inventos y que le pidiera al hijo la compra de un… no entendió la palabra pero sabía que era una cosa pequeñita que tenía una amiga. La pobre, no podía dominarlo. Los inventores como son jóvenes no comprenden que los dedos pierden sensibilidad con el tiempo y al encapricharse en hacerlo todo más chiquito y menos complicado para ellos, muchos viejos no pueden usarlos porque pertenecen a la época de los botones, no de las teclas.
Barre y escucha la revista. Hay muchas revistas a esa hora de la mañana y esta es la preferida porque los locutores hablan con respeto y emplean palabras conocidas. Y aprende o recuerda cosas de la naturaleza, las plantas, los remedios, hasta de recetas de cocina, olvidadas por la falta de los ingredientes. Algunas veces la psicóloga la molesta porque dice cosas del hombre y la mujer que sabe ahora que son ciertas, pero eso de reconocer que se dejó aplastar por ellos, la irrita.
Después de almuerzo, vienen las novelas. Como los tiempos cambian, también cambiaron las novelas de la radio. Y ahora se acercan más a los líos que vive su familia y la de los vecinos. Hay amores, odios, envidias, venganzas, traiciones que en el mundo han sido y serán porque así es el humano. Pero eso de que te narren lo que hacen dos en la cama con suspiros y gritos y el enamoramiento de dos tipos y dos tipas, es demasiado aunque ella ya se acostumbró a que su nieto mayor fuera uno de ellos y por eso no lo iba a dejar de querer.
En la noche, buscaba otras revistas con voces tranquilas que a esa hora abundaban y no había tanta música de tum, tum y encontraba cantantes de ahora que le gustaban como le gustaba Pablito y le seguía gustando Barbarito. La televisión estaba muerta para ella. Aunque en la radio repitieran que todas las enfermedades de la vista se curaban, no era así.
Con un pedazo de franela, más que limpiar, acariciaba al VEF y le decía bajito: Ojalá que el domingo venga alguien de mi familia para que descanses.

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Comentarios



Margarita Hidalgo Ramírez / 8 de junio de 2015

Hola, he leído su artículo, algo triste pero dolorosamente verdadero o bastante cercano a la realidad.