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El alcohol y las emociones (II)

24 de mayo de 2013

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Había quedado pendiente comentar con ustedes acerca de las causas por las cuales se justifica cuando hay un comportamiento inadecuado tras el efecto de embriaguez y que se justifica con la tan llevada y traída frase de que se pierde el control y no se sabe lo que se dice o lo que se hace, pero contrariamente apuntábamos el viejo proverbio que dice: “En embriaguez se sabe lo que se dice, pero se pierde la vergüenza y por eso se dice cualquier cosa”.
Lo anterior es otro motivo que utilizan estos bebedores por evasión, porque finalmente justifican que no lograron tal cosa, o hicieron lo otro, por causa de que estaban embriagados, es decir, el no reconocer las causas y las vías para solucionar o atenuar la circunstancia conflictiva lo justifican no con la verdad, de que no hicieron nada, sino que se dedicaron a evadir el problema con el alcohol, sino que no lo hicieron o no lo lograron por estar embriagados.
Para nadie es un secreto que la persona más tímida, cuando cae en un estado de embriaguez asume el comportamiento más desenfrenado que podamos imaginar, por ello, para relajarse en situaciones sociales -por ejemplo, cuando van a una fiesta lo hacen de la mano del alcohol.

¿Por qué se produce este aumento emocional y positivo por la ingestión de alcohol?

No es menos cierto que eL alcohol, en reducidas cantidades, levanta el estado de ánimo, porque precisamente una cantidad reducida de alcohol libera una sustancia llamada beta-endorfina que son transmisores de recompensa del cerebro que causan sensación de euforia y reducen la vivencia del estrés y es esto lo que se logra en muchas personas que no son nada positivas y que intentan lograr ser más optimistas y desenfrenados no sobre la base de su inteligencia y comportamientos normales adecuados sino a base de la embriaguez, pero hay un elemento que es importante que usted conozca con relación a esto de la autoestimulación emocional a través del alcohol.
Cuando se toma el primer vaso de alcohol, si, efectivamente hay un aumento de las ya citadas beta-endorfinas, pero a medida que se va ingiriendo más alcohol, el resultado es el contrario, porque con el aumento del consumo de alcohol, se reduce la producción de estas y no se origina de nuevo el efecto positivo inicial y por ello, se sigue aumentando el consumo y contrariamente disminuyendo la producción de estas beta-endorfinas. De ahí que finalmente el alcohólico cae en una especie de negatividad y de pesimismo, puede manifestarse entonces lo mismo agresivo, violento, que acudir a la subvaloración, auto lastima y auto compasión, como siempre, en uno y otro extremo, buscando llamar la atención y lo esencial, evadir el problema o la circunstancia problemática y/o conflictual.
Los que ya son alcohólicos crónicos, que tienen diagnosticada la enfermedad, tienen todavía la posibilidad de un tratamiento y una vez controlada la enfermedad, no acudirán a este mecanismo como vía de establecer emociones positivas, tan necesarias en el vivir cada día, pero en esto del tratamiento es imprescindible, determinante, que la decisión sea tomada por el propio enfermo, no llevado por… sino que pida llevarlo o asistir solo, tema del cual, en otro momento estaremos conversando.

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