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El afrocubanismo

23 de septiembre de 2014

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act_561Hoy continuaré mi comentario sobre el movimiento afrocubanista en Cuba que –liderado por don Fernando Ortiz– se propuso rescatar nuestra herencia africana y que en la música tuvo sus mejores exponentes en Amadeo Roldán y Alejandro García Caturla.
Si muchos negros habían incorporado a su cultura la de los blancos, para sobrevivir un poco mejor en el entorno de su época, algunos blancos estaban decididos a no dejar morir la cultura de los africanos, Un hecho significativo y determinante en el proceso de transculturación es que, a los Cabildos arará, lucumí, carabalí, y tantos otros, se fueron incorporando criollos, chinos y hasta españoles.
Fernando Ortiz observó todos los elementos que integraban la música y las danzas de las comparsas callejeras y entre otras cosas señaló que el baile de a culebra es una derivación del culto dahomeyano de la cobra, presente en todos los altares del vodú en Haití, y que los choques entre potencias ñáñigas en Cuba tienen su origen en viejas luchas tribales de África. Con gran paciencia y seriedad, el sabio cubano estudió cada uno de los detalles correspondientes a nuestros ancestros africanos, y así pudo determinar, por ejemplo, que el canto a Shangó es de los lucumís. También señaló que “aquí, en la entraña de nuestro pueblo, hay aún mucha música bantú o conga en los bailes campesinos; tenemos música gangá de la que se dice procede la rumba primitiva, algo de la música arará o dajomé, la música que en Haití se llama vodú, que aquí suele mezclarse con la ´lucumí y por fin la música africana que en Cuba es la más conservada y variada, la de las liturgias religiosas de los negros yorubas”.
Como expresé en mi comentario anterior, don Fernando no era músico, pero motivó a quienes sí lo eran y se entusiasmaron con sus investigaciones: Amadeo Roldán y Alejandro García Caturla, (liderados por Ortiz) junto a otros intelectuales cubanos, crearon el “Grupo Minorista” que, a través de exposiciones, conciertos, conferencias y publicaciones, lograron mostrar un arte nuevo que hasta ese momento había permanecido en el anonimato. Ya “La consagración de la primavera” de Stravinski (inspirada en los juegos primitivos de la Rusia pagana) había revolucionado el pensamiento de entonces, lo mismo que las pinturas de Picasso y Diego Rivera y los libros de Joyse, entre otros. Fue así como los cánones establecidos por las tradiciones blancas empezaron a ser reemplazados por los del afrocubanismo, que el “Grupo Minorista” sacó a la luz y comenzó a transformar el pensamiento artístico de entonces. Y fue así como la partitura de Amadeo Roldán: “Obertura sobre temas cubanos”, estrenada en 1935, constituyó el salto más osado en la historia de nuestra música hasta ese momento. También fue él quien, por primera vez, incluyó los tambores batá en una obra sinfónica.

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