ribbon

El 15 Festival de Teatro de La Habana ya es historia

5 de noviembre de 2013

|

El Festival de Teatro de La Habana cierra sus puertas y en el recuerdo de los espectadores se agolpan imágenes de diversos signos, dada la amplitud estética de las propuestas que subieron a los escenarios, y dada el carácter ecuménico que los organizadores atribuyeron a la cita.


Hubo de todo, teatro para niños y adultos, en las salas y en las plazas, muy tradicionales y con amplio despliegue tecnológico, protagonizados por jóvenes y por veteranos del teatro, danza y teatro de diferentes regiones del planeta, talleres, conferencias y debates, actores famosos y desconocidos.
Lo primero que llamó mi atención fue la ausencia en el cartel del evento de una frase de José Martí que ha presidido la fiesta del teatro desde sus años fundacionales, “en teatro como en todo podemos crear en Cuba”. No sé si fue olvido involuntario u omisión consciente, pero lo cierto es que en los tiempos que corren la frase sigue siendo necesaria al teatro cubano, urgido de repensar sus estrategias de producción de sentido y sus maneras de comunicarse con el público si quiere sobrevivir como arte.
Cada vez que concluye una edición del Festival de Teatro de La Habana surgen voces, entre las que me encuentro, que cuestionan su grandilocuencia,  porque casi siempre conduce al desgaste del público y de los organizadores, y la calidad de las propuestas no alcanzan las dimensiones estéticas que  propician una verdadera confrontación entre quienes nos visitan y los que ven y hacen teatro en Cuba. En este sentido solo añadiré que este, el del 2013, ha confirmado mis sospechas.
La Muestra cubana para niños reveló la salud de esta zona de nuestro teatro. La juventud de la mayoría de los teatristas que trabajan para niños, el empleo del títere como herramienta expresiva, la impronta ética del mensaje que comunican a sus espectadores, el empeño de dominar los secretos del oficio, el intercambio generacional que se produce diariamente. Tal vez habría que exigirle mayores riesgos en la elección de los textos y en los temas abordados para ponerlo más a tono con el mundo en que viven los espectadores del siglo XXI.
De la Muestra cubana para adultos quiero subrayar el suceso que fue Ana en el trópico, que bajo el sello de Teatro El Público, reunió en la sala TRianón a actores cubanos de las dos orillas. Carlos Díaz eligió el texto del dramaturgo Nilo Cruz que representa la vida de una familia cubana exiliada en Tampa, dueños de una tabaquería, que añoran su existencia en Cuba. La obra, galardonada con el Premio Pulitzer en el 2003, ya se ha representado en numerosos países, pero faltaba el estreno en Cuba. En La Habana se juntaron Lili Rentería, Mabel Roch y Carlos Caballero con Fernando Echavarría, Osvaldo Doimeadiós, Alexis Díaz de Villegas, Yanier Palmero y Clara de la Caridad González, en un montaje sencillo, donde el director dejó el protagonismo a sus actores, que fueron largamente ovacionados.
Grupos como Argos Teatro, El ciervo encantado, Teatro de La Luna, Teatro del Viento, Teatro d Dos, Teatro El Portazo subieron a escena sus respectivas poéticas para hablar de los sueños y anhelos de sus contemporáneos.
La Muestra Internacional se ha movido entre lo de calidad discutible y la franca decepción. Queda la sensación de que la necesaria y ansiada confrontación con colegas del mundo no se produjo como debió ser. Ana Karénina, del Teatro Estatal Académico E Vajtángov; Batida Teatro con las varias obras que trajo; Fausto, un cuento del demonio, de Figurat Teatro; Estudio 44, de Teatro El Puente, Trafika, de Sixfing Theatre, son los únicos montajes que han trascendido en e recuerdo de los espectadores. Ojalá pueda añadir otros títulos antes que concluya el evento, pero casi llega a su fin  el Festival de Teatro de La Habana y nos deja la impresión de que se ha perdido la oportunidad de ver el mejor teatro del mundo. Qué pena.

Galería de Imágenes

Comentarios