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Egberto Gismonti

8 de noviembre de 2017

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Los seguidores de las actuaciones de la Camerata Romeu, en cuyo repertorio estaban sus obras, conocían el quehacer de Egberto Gismonti; también, lógicamente, otros muchos amantes de la música de concierto. De ahí que la visita a La Habana del compositor brasileño deviniera un acontecimiento.

Llegó  el 14 de octubre de 2010, invitado al II Festival de Música de Cámara Leo Brouwer, que lleva el nombre del compositor y guitarrista cubano. En la Basílica Menor del Convento de San Francisco, hoy sala de conciertos, Gismonti fue distinguido con el Premio de Honor Cubadisco en reconocimiento a su contribución a una discografía que trasciende las fronteras brasileñas y nutre el catálogo musical de los pueblos del continente.

Ante un público ávido de conocerlo, la Camerata Romeu, dirigida por la maestra Zenaida Romeu, interpretó en la tarde del 16 de octubre la suite Sertoes veredas, que formó parte del álbum Saudacoes, con el que obtuvo el Premio Internacional Cubadisco. De manera muy cálida, Gismonti dialogó con los presentes y escuchó el concierto de su música.

Gismonti es una personalidad de la música contemporánea. Maestro del piano y la guitarra, es un compositor cuya obra se estudia y ejecuta desde finales de la década del 60, cada vez con mayor interés y demanda.

 

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Conjugó su formación académica con el estudio de la música popular urbana de Brasil. Marchó a París y fue discípulo de la maestra Nadia Boulanger y del maestro Jean Barraqué, para después regresar a Brasil. Estos contactos con Europa contribuyeron a afianzar su lenguaje musical, en el cual armonizan los elementos de la vanguardia europea y los de la música brasileña, en sus vertientes popular y selecta.

Su carrera discográfica la inició en 1969 con un LP que tituló con su nombre y apellido. Se presentó a festivales internacionales en Europa, grabó en Francia, en Italia, Alemania. En Brasil nuevamente, su música fue incluida en las bandas sonoras de películas y gozó de mayor difusión.

La ascensión al poder de la dictadura militar lo determinó a salir con destino a Noruega, en lo que sería un vuelco dentro de su carrera y reconocimiento internacionales.  Pero el anhelo suyo fue siempre volver y lo hizo para dedicarse a la investigación de la música de los indios del Amazonas.

Se considera que en la música de Egberto Gismonti están presentes diversas influencias: la de la música culta, la popular y folclórica de Brasil, el jazz, la música indígena…  Es un espíritu inquieto y experimentador al cual le queda aún mucho por hacer.

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